El 15 de septiembre la dirección de Turbinas en Navantia-Ferrol comunicó a los trabajadores de los servicios auxiliares la intención de privatizarlos, afectando a casi el 30% de los puestos de trabajo, que ahora pretenden convertir en empleo precario para mayor gloria de la patronal de auxiliares.
Además, se anunció que los afectados serían entrevistados individualmente a partir del lunes 19 para ver su futuro laboral. Inmediatamente sacamos un comunicado (A Folla da CGT 2022-09-16 nº 111 Privatización servizos auxiliares Turbinas) oponiéndonos a la privatización e instábamos a los trabajadores de la factoría de turbinas a acudir al local del comité de empresa a pedir explicaciones.
Navantia y comité de empresa acuerdan a espaldas de los trabajadores
Al día siguiente, viernes, unos 50 trabajadores acudimos al local del comité para exigir que se realizase una asamblea de tajo el lunes, pero durante la reunión nos quedamos atónitos al comprobar que la comisión de Productividad del comité, de la que forman parte CCOO, UGT, MAS, CIG (y en la que los compañeros de CGT estamos vetados) era conocedora de tal ataque, lo había silenciado... ¡y estaba de acuerdo! El nivel de pasteleo es tan grande, que se negaron en rotundo a convocar la asamblea e instaron a los trabajadores a acudir a las entrevistas individuales. Los trabajadores alucinábamos.
Durante la reunión la CGT fuimos los únicos que nos opusimos a la privatización y exigimos que se celebrase dicha asamblea, pero no nos quedamos en las palabras y los lamentos y, tras el esperpento de la reunión, convocamos asambleas de tajo el lunes a las 8:00h. y a las 18:00h.
A las asambleas asistió casi toda la plantilla del taller, más de 80 personas, entre las que se encontraban algunos delegados de CIG, UGT y MAS (sindicato amarillo). En ella la CGT propusimos boicotear las entrevistas, exigimos que se hiciese público el plan que pactaron empresa y comité a espaldas de los trabajadores, y nos opusimos a cualquier tipo de privatización.
Algunos trabajadores exigieron que el director de Turbinas bajase al taller para explicar la propuesta a la asamblea, y otros increparon a los delegados de CIG, UGT y MAS para que hablasen. La UGT, viendo el percal y en un giro de 180 grados, decidió que era mejor apoyar nuestras propuestas, mientras CIG y MAS decidieron no pronunciarse.
Dos horas después aparecieron los responsables de CCOO y MAS en la asamblea acusándonos de “crear problemas” ¡por convocar la asamblea que los trabajadores pedían! El abandono de los métodos democráticos y asamblearios a la hora de tomar decisiones, desgraciadamente, han llegado a un nivel increíble. El responsable de CCOO incluso se atrevió a echarle una bronca a sus afiliados y reconoció que “muy mal tenemos que estar haciendo las cosas los otros cuatro sindicatos para que la CGT nos esté montando este lío”. Además, como buenos portavoces de la empresa, intentaron evitar que el director diese la cara ante la asamblea.
En las votaciones el boicot a las entrevistas individuales y la exigencia de que el director diese la cara ante la asamblea tuvieron un apoyo unánime, con solo una abstención. Inmediatamente, el viernes 23 el director, acompañado por el resto del comité, realizó charlas con los diferentes departamentos para convencer a la plantilla de lo “inevitable” de la privatización. Los compañeros de CGT participamos en ellas oponiéndonos firmemente a la privatización y defendiendo una Navantia 100% pública que garantice un trabajo con derechos y condiciones dignas.
El sindicalismo asambleario y combativo, el único camino
En la última semana de septiembre, el comité de empresa convocó una asamblea en Turbinas, y se obró el milagro. Los mismos que días antes se habían negado burocráticamente a convocarla cuando se lo pedían los trabajador@s, acudieron con las orejas gachas intentando hacerse perdonar. Como dijo un asistente, parecían personas distintas. Sólo hubo una cosa que no cambiaron: los ataques contra la CGT.
En la asamblea, los compañer@s de Turbinas pusieron el foco en el tema de fondo: la privatización. Palabra tras palabra, desmontaron todos los argumentos de la empresa, que la comisión de Productividad del comité repetía como un loro para intentar convencernos. Es lo que tiene reunirse con la dirección sin informar de nada a los trabajador@s.
Finalmente, el resto de los sindicatos (CCOO, UGT, CIG y MAS) tuvieron que asumir que la plantilla de Turbinas rechazaba el plan porque no garantiza el futuro del departamento, que pasa por las inversiones y los nuevos ingresos de operarios.
Esta situación tiene paralelismos con el IV Convenio. En ambos casos, representantes de los trabajador@s pastelearon con la empresa, ocultaron la información y rechazaron convocar una asamblea. Y en ambos casos, finalmente tuvieron que ceder a la presión de abajo.
En el IV Convenio, los trabajadores que formamos parte de Sindicalistas de Izquierda e Izquierda Revolucionaria y que más tarde formamos la sección sindical de la CGT impulsamos una recogida de firmas que obligó al comité a convocar una asamblea general; ahora, la CGT convocó la asamblea que los trabajador@s de Turbinas demandaban.
Pero en ambos casos la clave de que se pudiese abortar el pasteleo fue que el conjunto de los trabajador@s no estuvieron dispuestos a tragar. Aquella recogida de firmas o esta asamblea de Turbinas convocada por la CGT sólo pueden ser útiles si encuentran eco, como pasó. El poder real está en las manos de los trabajador@s, tenemos que confiar siempre en nuestra propia fuerza colectiva y dar las batallas que toquen.
Los sindicatos son meras herramientas que sin participación consciente sirven para poco. Por lo menos en el caso de los sindicatos que estamos para defender a la clase obrera. Porque cuando se trata de pastelear con la empresa, la participación de los trabajador@s se convierte en un problema.
Los otros sindicatos se quejaron en la asamblea de la desconfianza de la gente. Pero si hay desconfianza es precisamente por lo que hacen. Son ellos, con sus actuaciones, los que destruyeron la confianza que los trabajador@s tenían en el comité en el pasado. La CGT no es la causa de la desconfianza, sino la consecuencia.
Tanto la empresa como la burocracia sindical han sufrido un duro golpe. Hemos frenado el primer intento de privatización y desmantelamiento de la fábrica de turbinas. Y en esta batalla vamos a continuar.
¡Basta de subcontratación y precariedad!