Los efectos de la crisis desatada por el Covid-19 en Cádiz, una provincia especialmente castigada por el paro y la pobreza, están siendo devastadores.

En concreto en la Bahía de Cádiz se están destruyendo de un plumazo miles de puestos de trabajo en la industria, esos empleos que tanto cuesta conseguir al trabajador en una zona dónde el proceso de desindustrialización es permanente desde hace mucho tiempo.
Los últimos datos de ERTEs en la provincia recogen un total de 14.159 solicitudes que afectan a algo más de 68.000 trabajadores.
Por otro lado la EPA del primer trimestre de 2020, que tal y como reconoce el propio Instituto Nacional de Estadística (INE), es muy anómala y no recoge ni de lejos la destrucción de empleo que se está produciendo, refleja un total de 134600 parados en la provincia de Cádiz, dejando la tasa de desempleo en el 24,3%, la segunda más alta de todo el Estado después de Córdoba.

Uno de los ejes centrales de la política del Gobierno está siendo el de facilitar a las empresas acogerse a los ERTEs, con el argumento de que estos servirán para evitar la pérdida de puestos de trabajo. La falsedad de este planteamiento quedará demostrada en los próximos meses cuando gran parte de estos ERTEs se transformen en EREs y miles de empleos sean eliminados definitivamente.

Mientras el Gobierno PSOE-UP tiende una alfombra roja al empresario de turno para que despedir le salga más fácil, se limita a poner paños calientes a la dramática situación a la que esta nueva crisis de la que no somos responsables, condena a los trabajadores.

Esta nefasta política del Gobierno PSOE-UP, cuenta con el apoyo firme de las direcciones de los principales sindicatos, CCOO y UGT.
Los trabajadores de la bahía de Cádiz también estamos sufriendo las consecuencias del frente común que han formado Gobierno, CCOO-UGT y la patronal.

Este enésimo ataque a los interés de la clase trabajadora gaditana, deja de manifiesto que una vez más, somos los trabajadores a los que se nos deja a los pies de los caballos ante cualquier situación que no sea favorable a los intereses de los empresarios o a todo aquello que desde su punto de vista pueda de alguna forma mermar sus beneficios económicos; unos beneficios que han venido amasando durante años y que no han dudado ni un instante en acorazar con motivo de esta nueva crisis en detrimento de la ya de por sí maltrecha economía de cada trabajador.

Una vez más pretenden hacernos pagar la crisis de su sistema

Antes de la llegada del coronavirus, la situación de las familias trabajadoras gaditanas era ya muy precaria. Los datos son contundentes. Por ejemplo en febrero de este año, el INE señalaba que el 37,9% de los niños de la provincia viven en hogares en riesgo de caer en la pobreza, hoy este porcentaje será sin duda mayor.

Ahora estos meses están siendo especialmente dramáticos para los trabajadores gaditanos. La gran mayoría de los afectados por ERTEs, despidos, etc, no comenzarán a percibir algún tipo de ingreso económico en sus hogares hasta el mes de mayo. Las diferentes administraciones (SAE, SEPE) no están siendo capaces de tramitar las prestaciones por desempleo; se encuentran colapsadas debido a la avalancha de expedientes, de despidos indiscriminados, etc, que les han llegado. Gobierno, patronal y sindicatos nos vendieron que no habría ningún tipo de problema con respecto al cobro de las diferentes prestaciones en el mes de abril, y ni siquiera esta pequeña limosna están siendo capaces de hacer efectiva.

Ahora son muchas las familias trabajadoras abocadas a la desesperación más absoluta y a vivir en unas condiciones totalmente indignas al no poder hacer frente ni tan si quiera a la compra de los alimentos más básicos y en muchos de los casos con hijos de muy corta edad.

Los beneficios empresariales por encima de la salud de los trabajadores y sus familias

La otra cara de esta misma moneda, es la de aquellos trabajadores de las empresas auxiliares del astillero de Navantia, a los que por decreto se nos hace asistir a nuestros centros de trabajo con la consigna de pertenecer a sectores esenciales como por ejemplo las vinculadas al mantenimiento en las fábricas.
En el caso de Navantia y con el burdo argumento de cubrir un servicio mínimo en las instalaciones, se cierran órdenes de trabajo igual que en condiciones de normalidad con la única diferencia de que la producción está paralizada, sin importarles el riesgo a contagiar y ser contagiados entre los propios compañeros. De hecho la intención de Navantia y por extensión de toda la industria auxiliar es que a partir del 12 de mayo la actividad se encuentre ya al 100%.

Las supuestas medidas de protección decretadas y los protocolos elaborados no pasan de ser papel mojado. En realidad distan mucho de ser aplicados, todo es una gran farsa.
De poco o nada sirve el control de temperatura a los trabajadores antes de acceder a las instalaciones, si luego nos vemos obligados no solo a realizar muchas tareas conjuntas sino incluso a utilizar de forma compartida muchas herramientas y diferentes materiales con el correspondiente riesgo para la salud que esto conlleva dentro del contexto sanitario en el que nos encontramos. Además el material de protección sigue escaseando. Mi experiencia personal, que dista mucho de ser exclusiva, es que cuando pedí una mascarilla en mi puesto de trabajo, me encontré con la increíble respuesta de que las mascarillas eran para los trabajadores de la principal no de las auxiliares.

Todo esto aderezado siempre con la amenaza velada tanto por parte de Navantia como del propio empresario de turno, de que deberíamos dar gracias ya que hay trabajadores que se encuentran peor porque o bien han sido sometidos a un ERTE o directamente han sido despedidos. Nos quieren hacer ver y hacer sentir que de alguna forma “somos unos privilegiados”, actitud de lo más miserable por parte tanto de la principal como de la auxiliar dada la situación.

¡No a los ERTEs! ¡No a la destrucción de empleo!

En la Bahía de Cádiz, vuelve a llover sobre mojado y la solución para hacer frente al chaparrón no vendrá dada por la aplicación de los ERTEs ni por supuesto de los despidos masivos.
La actividad en las empresas del metal de la bahía de Cádiz debería limitarse a la estrictamente esencial para mantener las instalaciones operativas y evitar su deterioro, distribuyendo el trabajo por turnos entre todos los trabajadores que no formen parte de los grupos de riesgo, manteniendo el 100% del salario de todos los operarios.

Esta actividad debe realizarse cumpliendo todos los protocolos de seguridad y contando los trabajadores con todo el material de protección necesario para evitar contagios. Son Navantia y los propios empresarios de las auxiliares los que deberían hacer frente a esta situación, ya que durante años llevan amasando ingentes beneficios a costa del esfuerzo de miles de trabajadores y preservar los puestos de trabajo incondicionalmente.

Que nadie nos pretenda vender la moto de que son tiempos en los que todos tenemos que arrimar el hombro, frase muy empleada por el Gobierno, las organizaciones empresariales y los dirigentes de CCOO y UGT. ¿Es que acaso los empresarios en tiempos de acumulación han arrimado el hombro con los trabajadores?
Evidentemente no, si hay un hombro al que algún empresario lo arrima es al suyo propio, por lo tanto que esta nueva crisis y el coste de esta suspensión la paguen ellos y en ningún caso los trabajadores.

¡Ni ERTE, ni ERE, que ni ningún tipo coste ni económico ni social de esta crisis recaiga sobre las espaldas de la clase trabajadora, la crisis que la paguen los capitalistas!

 

 


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