Voy a exponer brevemente mi experiencia personal como trabajador de un call center y cuáles son nuestras condiciones de trabajo en plena crisis sanitaria del coronavirus. La situación en mi empresa no es un caso aislado, es la norma en un sector que ya en condiciones normales es un foco de explotación y precariedad.

Trabajo en una empresa de call center llamada Majorel con varias sedes repartidas en el Estado español, Europa y Latinoamérica, prestando servicio a la multinacional de telecomunicaciones France Telecom (Orange) en el servicio de atención a empresas SOHO.
No trabajo directamente para Majorel, sino que, al igual que muchos de mis compañeros, estoy contratado a través de una ETT llamada Crit, que es especialmente dejada en cuanto al trato a sus trabajadores se refiere. Una muestra de esto es que cuando no renuevan el contrato ni siquiera se dignan a avisar al trabajador. La empresa envía un correo a los compañeros que si van a renovar. Si no le llega el correo es el trabajador el que tiene que llamar a la empresa para verificar su situación laboral.

En cuanto fue declarado el estado de alarma la incertidumbre se hizo patente en el ambiente laboral de la empresa. Ya se notaba desde antes cierta tensión y preocupación debido al incremento de contagios, además de por la duda acerca de la situación laboral y personal de cada uno. Si a eso le unimos la tensión generada por el hecho de que nuestros contratos, al ser por ETT, se renuevan mes a mes, tenemos un caldo de cultivo perfecto para que la preocupación y el estrés laboral estén presentes en el día a día de todos los trabajadores.

El mismo día que fue decretado el estado de alarma empezaron a llegarles correos informativos tanto a los compañeros de ETT como a los contratados directamente por Majorel. En ellos se les avisaba de que, “hasta nueva orden”, no tenían que ir a su puesto de trabajo.
Yo por mi parte, el lunes 16, al no haber recibido comunicación en la que se me indicara lo contrario, me presenté en mi puesto de trabajo con total normalidad. Yo imaginaba que la empresa iba a adoptar las medidas de seguridad necesarias para evitar contagios y no llevé ni guantes ni mascarilla. Pero al entrar en la sala donde desarrollamos el trabajo descubrí que la única medida que había tomado la empresa, además de las ya adoptadas días antes como dejar puertas abiertas e instalar folletos informativos de como lavarnos las manos, había sido la de dejar un puesto de separación libre entre cada compañera.

El resto de las medidas de protección que allí se estaban aplicando eran iniciativa de los propios compañeros. Algunos habían traído guantes para repartir entre las y los compañeros y coordinación estaba cogiendo el alcohol de los botiquines para que limpiásemos los teclados antes y después de usarlos y poco más.
No se marcaban los puestos que habían sido usados por las compañeras para su posterior desinfección, no se protegían los teclados con algún tipo de funda desechable para evitar el contacto directo, etc, etc.

Ante esa falta total de medios de protección la delegada de prevención de riesgos laborales llamó a la policía; cuando esta se presentó en la empresa ordenó el cierre y desalojo inmediato de la misma.
La situación se tornó rocambolesca cuando la jefa de proyecto de nuestro departamento bajó e insistió en que no teníamos que desalojar la sala y que siguiéramos trabajando con total normalidad. Tras unos momentos de mucha tensión y después de un enfrentamiento entre la delegada de prevención de riesgos laborales y la jefa de proyecto procedimos finalmente a desalojar la empresa tal como indicó de la policía.

Esa misma noche todos los compañeros recibimos correos en los que se nos decía que hasta nueva orden no debíamos acudir a nuestro puesto de trabajo. Sin embargo, y aquí es cuando empieza el verdadero descontrol, al día siguiente, martes 17, varios compañeros recibieron indicaciones de la empresa para que fueran a trabajar a la plataforma, a otros se les notificó que su contrato laboral había sido suspendido temporalmente; a los compañeros de empresa y a algunos de ETT se les comunicó que iban a teletrabajar desde casa, a otros compañeros a los que se les había indicado que se suspendía su contrato temporalmente se les planteó que se les iba a facilitar el teletrabajo y a otros (entre los que se incluye un servidor) directamente no se les informó de nada.

El miércoles 18, la empresa envió a diversas compañeras un nuevo horario de trabajo. El jueves 19 y ante la total falta de información por parte de la ETT a través de la cuál trabajo, decidí ponerme en contacto con ellos vía telefónica. Tras varios intentos fallidos, conseguí comunicarme con ellos y me indicaron que mi situación laboral y la de mis compañeros estaba siendo revisada por el departamento jurídico de la empresa y que hasta que no hubiera una decisión por parte de dicho departamento no nos podían dar más información al respecto. Esa misma información se repite en posteriores comunicaciones con la empresa ese mismo jueves y el viernes.

La última conversación con la empresa, llevada a cabo el viernes 20, ante mi insistencia en reclamar mi derecho a cobrar mi sueldo íntegro según el derecho que se extrae del artículo 30 del estatuto de los trabajadores (el que hace referencia a la conservación del salario del trabajador aunque no pueda prestar su trabajo, por impedimentos por parte del empresario), se me informó de la posibilidad de que la empresa lleve a cabo un ERTE con carácter retroactivo y que cada caso será estudiado individualmente por su departamento jurídico. Es necesario indicar que nuestro contrato finaliza el día 31 de marzo y que no sería descabellado pensar que la ETT simplemente está esperando a que llegue ese día para no renovar nuestro contrato y luego ya batallar con nosotros el cobro del sueldo íntegro o no.

Hoy 23 de marzo, todavía seguimos sin saber qué va a pasar con nuestra situación laboral y con nuestro sueldo, aunque lamentablemente esperamos cualquier tipo de artimaña por parte de las ETTs para evitar tener que pagarnos el sueldo íntegramente como nos corresponde.

A través de amigos y familiares que trabajan en otras empresas de call center y de los propios relatos que han ido saliendo en los diversos medios de comunicación, he ido conociendo casos similares al mío y casos en los que habiéndose detectado casos de positivo por Covid19 en trabajadores de la empresa, no solo no se ha procedido al cierre por cuarentena, sino que se insta a seguir con el trabajo con total normalidad ignorando las recomendaciones sanitarias y poniendo así en riesgo la salud de sus trabajadores con tal de no perder los suculentos beneficios que estas empresas sacan.

Esta crisis está poniendo sin duda de manifiesto la parte más cruel del sistema capitalista, la voracidad de las empresas, los efectos de los recortes en servicios públicos, la incapacidad de reaccionar de forma efectiva por parte del propio sistema para contener el virus y cómo es la clase trabajadora la que sufre las consecuencias. Transformar la sociedad es hoy, más que nunca, una tarea urgente.


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