El pasado viernes 20, el secretario general de la Federación de Servicios de CCOO de Galicia, Julián Valiente, publicó un artículo en La Voz de Galicia sobre los sobresueldos en COMFIA, que se titulaba “En defensa del sindicalismo” y que acaba con una pregunta: “¿Cuál es el escándalo?”.
Uno de los promotores de GanemosCCOO, Xaquín García Sinde, envió al periódico una respuesta que fue publicada el domingo siguiente pero sólo parcialmente. Reproducimos a continuación ambos textos íntegramente.
En defensa del sindicalismo
Julián Valiente, secretario general de la Federación de Servicios de CCOO de Galicia
Obviamente no escribo este artículo desde una posición neutral. Lo hago desde la indignación que, como militante del sindicato, me provoca el brutal ataque a las Comisiones Obreras de la banca. Utilizando como técnica de descalificación gastos anecdóticos en su cuantía, la tergiversación de la realidad y la confusión intencionada de conceptos, el ataque mediático de estos días lo que pretende es poner en cuestión la propia legitimidad de los sindicatos.
El núcleo de la acusación es que el sindicato ha recibido dinero de las entidades financieras, que ha usado para financiar un gasto suntuoso, «sobresueldos» incluidos. Este es el titular de la noticia, veamos ahora cuál es la verdad.
Los ingresos de la Federación de Banca de CC.OO. no son pagos vergonzantes decididos de forma arbitraria por las entidades. No son pagos black. Se corresponden con la remuneración, legalmente establecida, para los miembros de los órganos de administración de las entidades, que los representantes del sindicato perciben porque han sido elegidos de forma mayoritaria por los trabajadores de cada empresa, en votaciones realizadas para ese fin y en las que CC.OO. ha contado y cuenta con el apoyo mayoritario de forma reiterada.
¿Quieren saber por qué? Porque Comisiones es el sindicato mayoritario en la banca desde hace 35 años, con más de 5.000 delegados elegidos directamente por sus compañeros, una mayoría que por cierto acaba de revalidar hace unos días por octava vez consecutiva. Porque es el mayor sindicato del sector, con más de 120.000 afiliados que, en ese período 2008/2012, aportaron con sus cuotas más de 70 millones de euros, el 75 % de los ingresos totales frente al 7 % que representan los ingresos, también legítimos, por la representación en las entidades.
La segunda acusación es la del despilfarro: según el acusador, CC.OO. gasta mucho en congresos, en reuniones y en desplazamientos. Pues claro que sí, porque eso es exactamente lo que da sentido a una organización sindical combativa y democrática, con miles de delegados y afiliados, que trabajan en miles de oficinas en todas las ciudades y pueblos de España a los que el sindicato tiene que atender. En la actividad sindical lo normal es que casi todo el gasto sea en personal y en desplazamientos, porque eso constituye su actividad fundamental: en reunirse y debatir con los trabajadores. En estos tiempos en los que se reivindica la participación de la ciudadanía, que las decisiones no sean un asunto de las élites, ¿cómo se puede poner en cuestión que el sindicato celebre congresos de abajo arriba y que finalice el proceso reuniendo a 600 delegados cada cuatro años para tomar sus decisiones estratégicas? Claro que sería mucho más barato un sindicato que no saliera de su sede, que no organizara asambleas ni movilizaciones, con una cúpula burocrática que no necesita congresos. Pero eso no es CC.OO.
No voy a eludir el tema de los denominados sobresueldos. Comfia tiene una estructura de dirección de varios cientos de personas con diferentes grados de responsabilidad que, en opinión del sindicato merecen, en algunos casos, una remuneración por esa mayor dedicación. Son personas que han dejado de trabajar de 8 a 3 para dedicar el día completo a una actividad sindical, pero también profesional, asumiendo una enorme responsabilidad por la relevancia y complejidad dados los asuntos que tienen que gestionar. Por esos motivos el sindicato decidió retribuir con cerca de 1.500 euros mensuales a 5 personas, con 1.000 a 14 y con 500 a otras 40. Se puede estar de acuerdo o no con las razones, pero hay que saber es que es una decisión pública, tomada en los órganos de dirección del sindicato, que se refleja en las auditorías anuales colgadas en la web, pagadas con sus propios recursos, que tributan al IRPF y cotizan a la Seguridad Social. ¿Cuál es, por lo tanto, el escándalo?
Por un sindicalismo sin sobresueldos
Xaquín García Sinde, trabajador de Navantia Ferrol, exmiembro de la Comisión Ejecutiva de CCOO de Galicia
El pasado viernes, el secretario general de la Federación de Servicios de CCOO de Galicia, Julián Valiente, opinaba en estas páginas sobre los sobresueldos en la antigua federación de banca de CCOO.
Según él, todo está en orden: ese dinero fue aprobado en un órgano de dirección, tributan IRPF, cotizan a la Seguridad Social. “¿Cuál es el escándalo?”, se preguntaba.
No se trata de si fueron aprobados o no, tributan o no, cotizan o no. Se trata de que reflejan que hay dirigentes de CCOO que conciben la actividad sindical como un pluriempleo por el que ellos deben cobrar una segunda retribución, a mayores de la que cobran de su empresa.
Pero no se trata sólo de sobresueldos. Valiente defiende los ingresos de COMFIA procedentes de los bancos como “remuneraciones para los miembros de los órganos de representación de las entidades”. ¿También es el caso de los 244.532,35 € recibidos de la AEB, la patronal de la gran banca privada? ¿CCOO participa en sus órganos? ¿Qué motivo puede tener la patronal para financiar a COMFIA?
¿Cal é o escándalo? Que todo isto non ten nada que ver co sindicalismo de clase.
¿Y cómo justificar el acuerdo con Caja Madrid (firmado también por UGT y dos sindicatos amarillos) para equiparar salarialmente al secretario general de la sección sindical a director de oficina B (más de 65.000 €/año)? Y si mantenía el cargo más de cuatro años, el complemento se convertía en vitalicio. ¿Qué motivo pudo tener Caja Madrid para firmar eso?
Si el sindicalismo es un trabajo, entonces ser sindicalista se convierte en una profesión. E inevitablemente, la principal preocupación de algunos “sindicalistas” no será defender a los trabajadores, sino ascender en la “empresa”. Y para hacer carrera, ¿qué mejor que obedecer siempre al jefe? Y en el afán por medrar, alguno podría incluso acabar por pasarse a una empresa (esta sin comillas) para cobrar más. ¿Una exageración? No. De hecho ya pasó.
Un destacado dirigente de CCOO de Galicia, tras ejercer de secretario general de la federación de un sector, pasó a ser secretario general de una comarca, cargo que dejó mangado de un día para otro para ser... ¡jefe de Personal de una empresa de dicho sector! Él lo argumentó así: “Mi marcha se debe a razones personales y profesionales. Me hicieron una oferta importante de trabajo, que es incompatible con mi cargo actual”. ¿Qué vio en él esa empresa? Mentalidad empresarial, la misma que refleja el despido de trabajadores de CCOO de Galicia... ¡aplicando la reforma laboral del PP!
Convertir el sindicalismo en una profesión desnaturaliza el sindicato. El sindicalismo sólo puede tener una motivación: el compromiso altruista con la causa de los trabajadores. En este sentido, la formación de las Comisiones Obreras fue un ejemplo sobresaliente de entrega y sacrificio desinteresados. Lamentablemente, algunos altos dirigentes actuales sustituyeron la generosidad de Marcelino Camacho y tantos otros que dieron lo mejor de sí mismos a un coste personal enorme, por los privilegios personales de las tarjetas black o los sobresueldos. De mantenerse, este modelo sindical arrastra a CCOO a una crisis gravísima.
Pero, afortunadamente, en CCOO no todos somos iguales. Hay decenas de miles de sindicalistas que pensamos que el sindicalismo se hace en los tajos, no en los despachos, y que ni cobramos sobresueldo ni lo queremos cobrar. Que queremos servir al sindicato, no servirnos del sindicato. Que tenemos claro que para pensar como un trabajador hay que vivir como un trabajador, renunciando a cualquier privilegio. ¡Los arribistas sobran en CCOO!
En CCOO hay muchos afiliados hartos de fotos con Rajoy, de pasteleos con empresas, de burocratadas como las expulsiones por exigir que la candidatura en las elecciones sindicales la decidan los afiliados (Alcampo Vigo 1, Mercadona Coruña...), no el dedo del aparato. Y que queremos que nuestro sindicato vuelva a ser un sindicato combativo, de clase, democrático y asambleario útil para la clase obrera. Y eso comienza por no depender ni de las subvenciones del Estado ni de las ayudas de las empresas porque, como siempre se dijo: quien paga, manda. Tenemos que participar y comprometernos para poner fin a determinadas prácticas. De todos y todas nosotros depende. ¡Ganemos CCOO para los trabajadores!