La ministra de Transición Ecológica renuncia a tomar medidas pero pide a las eléctricas "empatía social"
Las subidas del precio de la luz han dejado de ser una novedad. Cada semana se baten uno o dos récords históricos y no hay indicios de que la escalada vaya a detenerse. Mientras tanto, el Gobierno del PSOE y UP no se inmuta.
Embriagados de triunfalismo por el “liderazgo mundial” que proclaman haber jugado en la catástrofe afgana, la ministra de Transición Ecológica nos dice que "así es el mercado" y se consuela pidiendo a las eléctricas "empatía social". El apoyo de los ministros de UP a este paripé es, simplemente, un bochorno.
Como era previsible, la subida de la luz está repercutiendo en el resto de los precios y la inflación ha alcanzado cotas desconocidas en los últimos años, dañando gravemente el poder adquisitivo de salarios y pensiones.
El Gobierno se ha entregado a los intereses del oligopolio eléctrico
A finales de agosto, cuando se extendía la alarma social por la continuada subida de la factura eléctrica, en una entrevista con la agencia EFE la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, nos informaba de que “todos los indicios apuntan a que los precios seguirán altos”. ¡Menuda clarividencia! Pues claro que todos los indicios apuntan a subidas de la luz, y el más importante de esos indicios es precisamente la decisión del Gobierno de permitirlas y de no hacer absolutamente nada por evitarlas.
El 30 de agosto, en una comparecencia ante el Congreso, Ribera se reafirmaba en la posición gubernamental de no poner obstáculos ante la escalada del precio de la luz: ¿Poner un precio máximo? Bajo ningún concepto; ¿Intervenir el precio final al consumidor? Jamás; ¿Modificar el sistema de subastas mayoristas que permite este abuso? Nunca; ¿Tomar medidas para evitar que a las energías más baratas se les aplique automáticamente el precio de la más cara, que es ahora la del gas, generando así los famosos “beneficios caídos del cielo”? Imposible, porque lo impide la legislación europea.
¿Tendremos entonces que resignarnos a pagar la energía más cara de Europa? Pues no, porque la ministra tiene una solución: apelar a la “empatía social”, porque ese noble sentimiento, dice la ministra “aunque suene a broma, cotiza en bolsa".
Efectivamente suena a broma, y lo es. Una broma de muy mal gusto, un auténtico insulto a los millones de personas que han votado al PSOE y a UP pensando que al menos levantarían un muro ante los abusos más descarnados del capital.
Hemos buscado en la prensa económica internacional las cotizaciones de la “empatía social” y no hemos sido capaces de encontrarlas. Con lo que si nos hemos encontrado es con el alborozo de los fondos de inversión internacionales, de las sociedades de capital riesgo, de los grandes tiburones de las finanzas internacionales ante el desmesurado incremento de beneficios del sector eléctrico del Estado español.
El pasado 3 de agosto, en plena temporada veraniega, el Consejo de Ministros aprobó autorizar la operación de compra lanzada por el fondo australiano IFM Investors sobre Naturgy, la antigua Unión Fenosa. En vano buscaremos referencias a la famosa “empatía social” en la documentación explicativa de la operación. Lo que si se destaca es la previsión de incremento de beneficios en un 30% para 2025, que se apoya no solo en los altos precios de la luz, sino también en la expectativa de apoderarse de la parte del león de los 140.000 millones del Plan Europeo de Recuperación. Esa es la única “empatía” que conocen los capitalistas: la empatía por los beneficios multimillonarios.
La producción y distribución de energía eléctrica en el Estado español es un oligopolio formado por tres grupos empresariales, Iberdrola, Endesa y la ya citada Naturgy. En las subastas mayoristas estos tres grupos son a la vez los vendedores y los compradores. Pueden hacer con los precios lo que les venga en gana y, vista la actitud del Gobierno, solo cabe esperar que sigan aprovechando indefinidamente esta increíble oportunidad de lucrarse.
La nacionalización sin indemnización es la única solución
Esta situación no puede continuar ni un día más. Es necesario salir a las calles a reclamar la única solución posible a este problema, que es la expropiación y nacionalización de las grandes compañías eléctricas, poniéndolas bajo control de los trabajadores, y sin indemnización alguna para los grandes inversores, que bastante nos han robado ya en estos últimos años.
La reforma de la estructura de la tarifa, los cambios en el sistema de subastas, incluso la creación de una empresa eléctrica pública, solo serían parches inútiles para poner límites al oligopolio eléctrico. La única forma de garantizar una electricidad asequible, generada de forma sostenible, es considerándola como un servicio básico imprescindible para el conjunto de la sociedad, que tiene que ser prestado por una empresa pública y que de ninguna manera puede estar supeditado a los intereses de grandes grupos financieros.
Una actuación así contaría con el apoyo entusiasta de la mayoría y sacaría a millones a las calles. En primera línea estarían los cientos de miles de activistas que sostuvieron la intensa movilización social posterior a la crisis de 2008 y que con su participación y su empuje contribuyeron al éxito de Podemos.
¿Cómo se explica entonces la actitud de los diputados y diputadas de Unidas Podemos, empezando por el ministro “comunista” Alberto Garzón? ¿Cómo es posible su vergonzoso silencio y su sumisión incondicional a los dictados del oligopolio eléctrico? ¿Cómo es posible que no utilicen sus posiciones en el Gobierno para defender a los millones de trabajadoras y trabajadores que confiaron en ellos?
Es inaceptable que ante el cinismo exhibido por Teresa Ribera en su comparecencia parlamentaria, el portavoz de UP, Txema Guijarro, se haya limitado a lanzar trivialidades sobre la “ausencia de responsabilidad social de las eléctricas” y no haya contestado a Ribera con la contundencia que se merecía. UP ha renunciado completamente a constituirse en alternativa de izquierda al PSOE y se conforma con las migajas que Sánchez le concede por su papel de comparsa.
Basta ya de políticas capitalistas. Hay que construir una izquierda combativa, hay que volver a llenar las calles de movilización. Gobierne quién gobierne, los derechos se defienden.