Contra el machismo, la justicia patriarcal y la precariedad capitalista

Los últimos resultados electorales han supuesto un duro golpe para la derecha españolista y la reacción, y también para el PNV, el partido de la patronal vasca. La clase trabajadora, el movimiento feminista de clase y combativo, el movimiento de liberación nacional en Catalunya y Euskal Herria, y la juventud hemos vuelto a demostrar nuestra conciencia de clase antifascista y nuestra fuerza.

En Euskal Herria la derecha españolista se mantiene como una fuerza residual, pero además el PNV obtiene los peores resultados desde los años 80 perdiendo más de 100.000 votos.

Estos resultados no se pueden desligar de los acontecimientos de la lucha de clases de los últimos años y, sobretodo, de la intensa lucha de masas que hemos vivido. Así ha sido con el movimiento feminista, que año tras años ha llenado las calles de todo el Estado con huelgas feministas y manifestaciones masivas. De ahí la ofensiva furibunda de la reacción contra el mismo, como vimos con la Ley del Solo sí es sí. Quieren enterrar al movimiento feminista porque son conscientes de su potencial revolucionario, pero se han encontrado con un auténtico muro, tal y como hemos visto ahora con el caso Rubiales.

Por eso mismo, la huelga feminista convocada por la mayoría sindical vasca (ELA, LAB, ESK) para el próximo 30N, y a la que se han sumado ya infinidad de organizaciones y movimientos sociales, como Ikasle Sindikatua y Emakume Aske eta Borrokalariak, que convocaran huelga general estudiantil feminista en Institutos y Universidades, es un enorme paso adelante en la lucha contra la reacción, los machistas con toga, la patronal, y la paz social.

Una huelga que en Euskal Herria responde a la situación existente en el movimiento obrero, con una intensa lucha sindical que hace que el 56% de las huelgas de todo el Estado se produzcan en Hego Euskal Herria. Una parte además de estas luchas, y que han acabado en victorias, han sido protagonizadas por sectores feminizados, muy precarios y con bajos salarios. Así los hemos visto con las trabajadoras de las residencias de Bizkaia, de la limpieza del Guggenheim o las trabajadoras de Gorabide, conflictos feminizados que se han saldado con subidas salariales de más del 20% y que se han tenido que enfrentar con la  represión de la Ertzaintza del PNV.

La investidura, el PNV, y la lucha por el derecho de autodeterminación

Esta situación en Hego Euskal Herria, con un movimiento obrero y sindical a la ofensiva y una mayoría sindical vasca que confronta, frente a la posición sumisa y conciliadora en el resto del Estado de los dirigentes de CCOO y UGT, explica también los buenos resultados electorales de EH Bildu, que aspira a ganar las próximas elecciones autonómicas en la CAV.

Tras las elecciones del 23J, EH Bildu ha planteado con claridad que ni por activa ni por pasiva permitirán un Gobierno del PP y Vox en Madrid. Y estamos de acuerdo. Es evidente que la clase obrera, las mujeres, la juventud y catalanes y vascos votamos masivamente el 23J para frenar a la reacción y a una extrema derecha que sí es una amenaza, ¡muy real!, contra el movimiento feminista y el movimiento obrero, contra los derechos democráticos o contra el movimiento de liberación nacional en Hego Euskal Herria, Catalunya o Galicia. Dicho esto, cualquier acuerdo de investidura, de apoyo a Pedro Sánchez y al PSOE, que sabemos son un pilar del Régimen del 78, únicamente debe ceñirse a dicho objetivo, cerrar el paso a la derecha españolista más reaccionaria, ¡y nada más!

Un voto de investidura que no debe convertirse en un apoyo a políticas que en lo decisivo han garantizado los intereses de la patronal y el Ibex35, como ocurrió con la reforma laboral, rechazada por EH Bildu, o con los Presupuestos Generales del Estado o la Ley de Vivienda, donde EH Bildu voto a favor; que han mantenido las privatizaciones de los servicios públicos; que no han derogado la Ley Mordaza y han mantenido las políticas represivas contra los movimientos sociales y contra el independentismo catalán y vasco; que se han situado al lado imperialismo norteamericano en la guerra de Ucrania, incrementando a niveles históricos el gasto militar; que han justificado el abandono al pueblo saharaui o que han encubierto matanzas contra nuestras hermanas y hermanos inmigrantes como la de Melilla.

Y lo mismo podemos decir respecto al PNV, al que de nuevo Arnaldo Otegui tiende la mano planteando reeditar unos nuevos pactos de Estella de cara a luchar por la independencia. La realidad es que el PNV no ha sido ni será nunca un aliado en la lucha por el derecho de autodeterminación. Así se vio con claridad durante el levantamiento en Catalunya, que se transformó en una crisis revolucionaria contra el régimen del 78, revolviendo en sus sillones tanto al PNV como a la burguesía vasca. Tanto la burguesía catalana como la burguesía vasca han sacado las lecciones de todo ello, y no quieren bajo ningún concepto que esta situación se vuelva a repetir.

Por eso mismo, Urkullu ha salido a la palestra a comienzo de curso para ofrecer un nuevo encaje territorial a Euskadi y Catalunya, ¡pero sin tener que modificar la Constitución española! Es decir, ¿avanzar hacia la independencia con la misma Constitución que blindó el régimen del 78? ¿Con la Constitución de la que se llenan la boca todos los días Felipe González, Aznar, el PP e incluso Vox? ¿Con la misma que se utilizó para reprimir salvajemente al pueblo de Catalunya y aplicar el 155? ¡Es una auténtica broma!

El levantamiento catalán ha arrojado lecciones muy valiosas. Confiar en el aparato del Estado, en el parlamentarismo, en las instancias “democráticas” europeas o en el PNV para lograr avances en el ejercicio del derecho de autodeterminación es una utopía reaccionaria. Sólo podemos confiar en la fuerza de nuestra clase, en la organización desde abajo, y en la lucha directa y contundente en las calles, armados con un programa de transformación social que ponga en cuestión la propiedad capitalista. Esa es la tarea que debe impulsar la Izquierda Aberzale. 

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Necesitamos levantar una izquierda revolucionaria, feminista y combativa que no se resigne, que confíe en la fuerza de la clase trabajadora, y que luche por arrojar al capitalismo al estercolero de la historia. 

No es ninguna casualidad el cordón sanitario que, tanto el PNV, como el PSOE e incluso el PP se han apresurado a organizar para impedir el acceso de EH Bildu a algunos gobiernos donde han sido mayoritarios, como en Gasteiz, Durango o la diputación de Gipuzkoa. Tienen miedo a que la presión por abajo desborde los cauces de la movilización y que las reivindicaciones de los trabajadores se cuelen en las instituciones capitalistas. Y no es para menos.

Organizar la huelga feminista contra la derecha y la patronal. ¡La lucha es el único camino!

La Huelga feminista del 30N pone encima de la mesa el camino a seguir. Ahora, como ya hicimos en la huelga general de enero de 2020, las múltiples huelgas, luchas y conflictos sociales que han recorrido y recorren Euskal Herria, podrán unificarse multiplicando nuestra fuerza y golpeando duramente a la derecha, al PNV y a la patronal. Y en primera línea las mujeres trabajadoras, los sectores más explotados y precarizados.

El PNV ya se está revolviendo contra la huelga, señalando que en Euskal Herria hay mejores salarios que en el resto del Estado. Pero la realidad es que nos sobran razones para salir a luchar. La situación de la clase trabajadora ha empeorado a marchas forzadas: una inflación que persiste, alquileres cada día más inasumibles, unos servicios públicos cada vez más degradados y privatizados, ERES, precariedad laboral crónica, especialmente entre la juventud, y al mismo tiempo beneficios históricos para los grandes capitalistas, el Ibex35 y la banca.

Por otro lado, la batalla feminista se ha convertido en uno de los ejes de la lucha contra el Régimen del 78 y el capitalismo en el Estado español. Un régimen recorrido en su ADN por el machismo y la violencia más atroz contra las mujeres, como ha puesto en evidencia el caso Rubiales, señalando a esa industria machirula y podrida del fútbol, a sus medios de comunicación, y a esos magnates como Florentino Pérez que se forran a nuestra costa, saqueando el erario público, y cerrando grandes negocios en los palcos de los estadios. La lucha feminista ha hecho temblar los cimientos de este sistema patriarcal y de un aparato del Estado plagado de franquistas, que ahora se venga rebajando la pena de uno de los violadores de La Manada.

Pero el movimiento feminista no solamente ha señalado a los jueces machistas y reaccionarios, y a todo su podrido sistema, sino también a todas aquellas que, aun siendo mujeres, no hacen más que perpetuar nuestra opresión. Esas capitalistas como Ana Patricia Botín o Marta Ortega, y esas reaccionarias como Ayuso o Artolazabal, que perpetúen la explotación de las mujeres trabajadoras y de toda la clase obrera.

Por eso mismo, necesitamos levantar esta bandera de lucha pero con un programa revolucionario y socialista que ponga encima de la mesa que sin cuestionar la propiedad capitalista, sin expropiar a los grandes monopolios, a la banca y a los multimillonarios, no podremos resolver los grandes problemas que atenaza a la inmensa mayoría de las mujeres, de clase trabajadora, y a la inmensa mayoría de la humanidad, ni frenar la catástrofe ecológica y medioambiental que nos amenaza. Necesitamos levantar una izquierda revolucionaria, feminista y combativa que no se resigne, que confíe en la fuerza de la clase trabajadora, y que luche por arrojar al capitalismo al estercolero de la historia.

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