Avanza el sindicalismo combativo y de clase
El pasado 24 de octubre se celebraron las elecciones sindicales de Navantia, tras nuestros cuatro primeros años de mandato en el comité. El resultado ha sido muy bueno para la CGT, ya que fuimos quienes más subimos en número de votos y en porcentaje, con un poderoso incremento del 54%, pasando de 3 a 4 delegados y tan solo a un puñado de papeletas de obtener el quinto.
Estas elecciones han supuesto un avance evidente para las fuerzas del sindicalismo de clase y combativo en una empresa manejada con puño de hierro por la burocracia sindical (sobre todo CCOO) desde el final de la dictadura. Las razones de esta subida son claras: la CGT de Navantia-Ferrol no hemos hecho concesiones oportunistas para agradar a los sectores más acomodados de la plantilla, y apoyándonos en los sectores más decididos y avanzados hemos levantado un modelo combativo y de confrontación con la empresa, con asambleas y participación de los trabajadores, como única vía para defender y mejorar nuestras condiciones de trabajo y derechos.
Coherencia entre las palabras y los hechos
El último y más claro ejemplo de esto se vio con el rechazo mayoritario de la plantilla a la propuesta de convenio, en junio. Durante los meses previos, las presiones de los sectores más acomodados empujaban para que la CGT abandonásemos nuestro perfil combativo y nos fusionásemos con el resto del comité que, en un bloque sólido que incluía a la CIG, se afanaba por frenar la determinación de endurecer las movilizaciones de amplias capas de trabajadores.
Lejos de ceder a esas presiones, nos mantuvimos firmes y, a las puertas de las elecciones sindicales, acabó produciéndose una ruptura en el bloque desmovilizador que llevó a CIG y MAS a pedir también el no al preacuerdo. La actitud de CGT fue determinante para echarlo atrás.
Puede parecer algo menor, pero los trabajadores estamos hartos de ver a dirigentes sindicales y políticos que tienen un discurso "radical" fuera de las instituciones diluirse como azucarillos en cuanto llegan a ellas. En nuestro caso no ha sido así, y esa es la causa principal de nuestro avance.
Un avance que va mucho más allá de los votos. Empezando porque el número de delegados totales pasa de 3 a 4, pero sobre todo porque nuestras fuerzas se han reforzado notablemente en estos cuatro años, con un crecimiento muy importante y constante de la afiliación, con más de 120 trabajadores y trabajadoras que han fortaleciendo la sección sindical; incorporando a la actividad sindical cotidiana a numerosos compañeros, tanto jóvenes como veteranos, lo que nos ha permitido llevar en nuestra candidatura a un trabajador de nuevo ingreso en un puesto de salida. Esto nos pone en una posición de mayor fuerza para el mandato que está a punto de empezar y que, seguramente, será muy convulso.
Esto contrasta con las tremendas dificultades que han tenido casi todos los sindicatos para incorporar gente a su candidatura, y esto sin hablar de incorporarlos al trabajo sindical.
El sindicalismo combativo avanza a costa del sindicalismo proempresa
En la actualidad CIG es el primer sindicato de Galicia con bastante claridad, y en el sector siderometalúrgico de la provincia de A Coruña tiene tantos delegados como CCOO y UGT juntos. Esto se debe a que defienden un sindicalismo más pegado a los tajos. Por eso, es un hecho muy notable que, en cuatro años, la CGT con el 19,4% de respaldo hayamos sido capaces de empatar con CIG en una de las empresas más relevantes de Galicia y de tanta historia sindical.
Pero lo realmente positivo para los trabajadores de Navantia es que este resultado no ha sido porque CGT haya crecido a costa de la CIG —que con el 19,4% de los votos, mantiene su tradicional base de apoyo—, sino debido a que este significativo ascenso del sindicalismo combativo se produce a costa del sindicalismo proempresa que representan CCOO-UGT-MAS, que durante muchas décadas oscilaba en torno al 80% y que en 2023 se ha visto reducido ¡al 57,3%!
En contraste, la suma del voto a CIG y CGT, que alcanzó el 30,5% en 2019 con la irrupción por primera vez de CGT, se ha vuelto a disparar en esta ocasión hasta el 38,8%. En 4 años la existencia de la CGT ha provocado que el apoyo en el comité al sindicalismo combativo casi se duplique respecto al techo histórico.
Son datos muy contundentes, que expresan una resuelta voluntad de los trabajadores a la lucha como vía para defenderse de los ataques. Y son datos que hay que leer muy bien porque no son una foto fija, están señalando una tendencia muy clara en la que las nuevas incorporaciones son el principal protagonista. En los próximos años entrarán, presumiblemente, centenares de nuevos trabajadores en las factorías de Navantia de la ría de Ferrol, y está claro que estos compañeros quieren un sindicalismo que no pastelee con la empresa ni se comporte como un departamento más de recursos humanos.
La enorme crisis de autoridad que sufren CCOO y UGT, debido a sus políticas de paz social, de maniobras por arriba sin contar con los trabajadores para tratar de salvar los muebles a la empresa, no es exclusiva de Ferrol. Históricamente su representación en todo el grupo orbitaba alrededor del 80%, ¡hoy no llegan al 47%! De hecho, CCOO siempre había contado con mayorías muy holgadas (incluso muchas mayorías absolutas) y acaban de ganar por un solo delegado (sobre 111 del comité intercentros) frente a CSIF —que en algunos astilleros aparece como la única oposición a CCOO y UGT aglutinando el descontento, pese a su carácter amarillo y corporativo— que ha desplazado a UGT como segundo sindicato.
Lo que sí pone de manifiesto la candidatura de CGT en Ferrol es que cuando lo que se dice se lleva a la práctica, cuando se lucha por derechos y no por mantener prebendas o privilegios, entonces se conecta con las aspiraciones de los trabajadores. Esto es lo que se ha confirmado en estas elecciones, y es lo que nos reafirma en nuestras ideas y llena de confianza para seguir dando la batalla el próximo periodo.