El pasado 16 de junio conocíamos los resultados del referéndum en Michelin. En la factoría de Gasteiz, la más movilizada de todo el Estado, y también la más importante, tanto por volumen de beneficios como por número de trabajadores, la dirección de la empresa y los sindicatos de la paz social recibían un duro varapalo.
Con casi un 90% de participación por parte de la plantilla, los votos negativos superaron a los positivos en casi 1.000 papeletas, 2.007 noes y 1093 síes, lo que significa un 65% de oposición al convenio. Y todo a pesar de la mayoría de CCOO, UGT y CSIF en el Comité. En el resto de fábricas venció el sí al convenio, principalmente en Almería y Aranda del Duero, dominadas por CSIF, CCOO y UGT, y en Valladolid, donde sin embargo, el No al convenio llegó hasta el 36%, a pesar de que CGT solo tiene un 19% de representación.
La estrategia de lucha y confrontación con la patronal desplegada ELA, LAB, ESK y CGT en Gasteiz ha dado sus frutos. Los trabajadores y trabajadoras han demostrado que se podía haber llegado mucho más lejos y haber logrado subidas salariales acordes al IPC. Ya en las asambleas generales celebradas para explicar el acuerdo, los y las trabajadoras mostraron su malestar ante un acuerdo que es una auténtica burla al conjunto de la plantilla, ofreciendo una paga única no consolidable de 1.500 euros a cambio de finiquitar el conflicto.
Los trabajadores eran muy conscientes de la maniobra de CCOO, UGT y CSIF: realizar un referéndum en las 4 fábricas afectadas por el convenio y poder contrarrestar el resultado de la planta de Gasteiz. Ante esto, el sentir mayoritario de la plantilla es salir del Comité Intercentros, donde los sindicatos de moqueta están sobrerrepresentados, y negociar las condiciones laborales y salariales de Gasteiz por nosotros y nosotras mismas, como ya ocurre en la fábrica de Lasarte, donde negocian su convenio propio, y donde se continuarán movilizando en las próximas semanas. La propuesta de descolgar a Gasteiz del Intercentros ya se ha hecho en el pasado con la oposición de CCOO, UGT, CSIF y CCM. Incluso impidieron la celebración de un referéndum al respecto hace tan solo unos meses, escudándose en que el referéndum era un mecanismo muy complicado. Sin embargo, para ser tan complicado, no han tenido problema en organizar uno en menos de 12h para aceptar un mal acuerdo y poner punto final a la huelga.
Esta estrategia debe ir acompañada del fortalecimiento de un sindicalismo de clase y combativo en todas las fábricas, y no solo en Euskal Herria, algo perfectamente posible como han demostrado los resultados en Valladolid gracias a la presencia de la CGT.
En los despachos de la patronal, del Gobierno vasco o de las burocracias sindicales, el miedo a que esta lucha sirviese como un referente para decenas de empresas que están también en la batalla por el IPC ha sido muy real. Por eso mismo los medios de comunicación capitalistas, como en el caso de Mercedes, han desatado una campaña feroz contra los sindicatos combativos y por el sí en el referéndum. Una muestra más de quienes son los aliados de CCOO, UGT y CSIF.
Pero las 4 jornadas de huelga con un seguimiento masivo y las manifestaciones por el centro de la ciudad, apelando a la solidaridad de la población, no han pasado en vano. Hemos transformado nuestra rabia en lucha y movilización, y si la empresa ha ofrecido mejoras (aunque claramente insuficientes) ha sido producto precisamente de la lucha, y no del pasteleo de CCOO, UGT, CSIF y CCM en la mesa de negociación.
Las conclusiones de la lucha en Michelin de Gasteiz están claras: la batalla por mantener y mejorar las condiciones laborales y salariales en las empresas va a ser a cara de perro en el próximo periodo, y para estar preparados necesitamos construir un sindicalismo de combate, asambleario y democrático, que unifique los conflictos, y que dé confianza a la clase trabajadora en sus propias fuerzas. Como ha quedado demostrado en Michelin, y antes en Mercedes, este sindicalismo está recogiendo la simpatía de decenas de miles de trabajadores.