Los trabajadores de la panificadora Butrón de Chiclana de la Frontera, Cádiz, llevan en huelga desde el 11 de noviembre de 2022 en defensa de unas condiciones laborales dignas y contra el despido de dos trabajadores por represión sindical. Para hablar de ello entrevistamos a José, uno de los despedidos y delegado de CGT.
Los trabajadores de la panificadora Butrón de Chiclana de la Frontera, Cádiz, llevan en huelga desde el 11 de noviembre de 2022 en defensa de unas condiciones laborales dignas y contra el despido de dos trabajadores por represión sindical. Para hablar de ello entrevistamos a José, uno de los despedidos y delegado de CGT.
El Militante.- Cuéntanos cuáles eran vuestras condiciones de trabajo y qué os lleva a iniciar esta lucha.
José.- Un par de compañeros y yo fuimos a hablar con la empresa porque las condiciones de trabajo eran pésimas. En mi caso, estaba trabajando de noche cobrando 830 euros, haciendo horas que no cobraba, trabajando por debajo del SMI y del mínimo que establece nuestro convenio, caducado desde 2016.
La empresa estaba incumpliendo el convenio. Nos correspondía un mes de vacaciones y solo teníamos 15 días; deberíamos tener tres pagas y no teníamos ninguna, aunque nos obligaba a firmarlas; según convenio, trabajábamos 39 horas semanales, pero echábamos al menos 50 horas —que tampoco cobrábamos—, trabajando sábados y festivos por solo 30 euros el día.
La respuesta de la empresa fue que eso era lo que había. Que en Solagitas, nuestra barriada y una de las más humildes de Chiclana, por ese dinero encontraba 300 como nosotros.
En ese momento decidimos organizarnos y constituir la sección sindical de CGT. Lo hicimos a través de un burofax porque se negaron a cogernos el papel alegando que ya había un sindicato, UGT.
EM.- ¿Cuál fue el detonante de la huelga?
J.- Después de ese primer intento de negociar tratamos de volver a hablar con la empresa, sin resultado. Empezamos a barajar convocar una huelga y en medio de todo esto la empresa despide a Paqui, la trabajadora más antigua (17 años), también afiliada a CGT. Fuimos a hablar con la empresa para ver qué había ocurrido e intentamos contactar con UGT.
La UGT, que actúa como un “sindicato” de empresa, formado mayoritariamente por familiares del jefe, ya había firmado el despido a espaldas de la trabajadora. Y la empresa, el lunes siguiente me comunicó que yo también estaba despedido.
Todo esto fue la gota que colmó el vaso y decidimos seguir adelante con la convocatoria de la huelga, que secundamos 25 trabajadores.
EM.- ¿Qué medidas y acciones habéis tomado durante la huelga?
J.- Primero intentamos evitar el conflicto. Recurrimos al SERCLA (Sistema Extrajudicial de Resolución de Conflictos Laborales en Andalucía). La empresa no se presentó e insistieron en que la huelga sería ilegal. Tampoco quisieron reunirse con nosotros en la sede de CGT de Chiclana. Ante esto, fuimos a la huelga. De nuevo, a las pocas semanas volvimos a pedir un SERCLA; esta vez sí se presentaron, pero apenas duró dos minutos porque la empresa no estaba dispuesta a cambiar nada.
También hubo intentos de mediación de los grupos políticos locales: Podemos, Adelante Andalucía, incluso el alcalde del PSOE. Con la ayuda de un diputado de Adelante Andalucía lo llevamos al Parlamento andaluz y ahora vamos a Bruselas a tratar de exponer el caso.
Además, llevamos acampados en la puerta de la empresa desde el principio de la huelga y hemos realizado siete manifestaciones, tanto por Chiclana como por Cádiz. Pero la empresa sigue cerrada en banda, después de 190 días de huelga.
EM.- ¿Y cómo está siendo todo este tiempo en el campamento?
J.- Pues gracias al apoyo de la gente y a la caja de resistencia se está haciendo más llevadero, pero es verdad que también hay rachas. Hay días que estamos seguros de que lo vamos a ganar y otros en que la moral baja un poco. Algo muy positivo es que gracias a las asambleas hemos hecho piña y contrarrestado los intentos patronales de dividirnos. Eso era lo que más temía la empresa.
Por otro lado, el 9 de mayo un juez confirmó que nuestra huelga era legal.
EM.- Trabajáis en uno de los polígonos más grandes de Chiclana, ¿qué impacto habéis tenido en los trabajadores de otras empresas?
J.- Viene mucha gente de otras empresas a darnos ánimo. Todos en el polígono están prácticamente igual y con nuestro conflicto muchos otros trabajadores están aprendiendo. El otro día un trabajador de una empresa de maderas nos comentaba que se habían organizado en su empresa, y que cuando le plantearon al jefe que iban hacer como los de Butrón consiguieron una subida salarial de más de 200 euros.
Hemos roto la paz social del polígono y estamos haciendo que las ganas de organizarse se extiendan, solo por eso nos sentimos muy orgullosos; realmente de lo único que nos arrepentimos es de no haber comenzado antes la huelga.
EM.- ¿Ha habido algún movimiento por parte de la empresa?
J.- La empresa sigue cerrada en banda y con una actitud chulesca. El dueño pasa por delante del campamento para intentar provocarnos. La huelga le está provocando muchísimas pérdidas y problemas con trabajadores que en un primer momento no apoyaron la huelga por motivos personales y familiares. A estos les está obligando a hacer jornadas de hasta 12 horas. Ya se han despedido siete porque no aguantan ese ritmo.
EM.- ¿Qué creéis que tienen que hacer trabajadores como vosotros?
J.- Primero hay que sindicalizarse, mejor en sindicatos combativos, pero es importante estar sindicalizados. No nos podemos conformar con nuestras condiciones laborales. Hay que luchar, extender el conflicto, que todo el mundo lo conozca. Ninguna lucha se gana si nos quedamos quietos.
¡Apoya a los compañeros de Butrón con una donación a la caja de resistencia! Nº de Cuenta: ES88 2100 8489 4122 0004 5664