El pasado miércoles conocíamos que la mesa del metal de Bizkaia había llegado a un principio de acuerdo con la patronal para la firma del convenio colectivo sectorial. El acuerdo significó la aceptación por parte de LAB, CCOO y UGT de la propuesta realizada desde el Gobierno Vasco, que había sido anteriormente aceptada por la patronal (FVEM), y que suponía una mejora salarial de tan solo el 1% respecto a la última propuesta de la patronal antes de la gran huelga de cinco días que paralizó el sector. 

El conflicto del metal se estaba convirtiéndose en una referencia para el conjunto de luchas en Euskal Herria, como antes lo fueron los conflictos del metal de Araba o de Mercedes-Benz en Gasteiz. La última semana de huelga, a finales del mes de noviembre, fue también la más potente. Cientos de trabajadores desde primera hora en los piquetes convocados y miles en las calles en las manifestaciones. Una semana de huelga que cerró por todo lo alto con una gran manifestación en Bilbo con más de 12.000 trabajadores y sus familias.

Tras este éxito, los sindicatos se comprometieron a no dar pasos atrás y no aceptar subidas salariales por debajo de la inflación. Sin embargo, dos meses después, nos encontramos justo lo contrario: una subida del 15% en cuatro años (6,5% en 2022, 4% en 2023, 2% en 2024 y 2,5% en 2025). Todo en un contexto en que la inflación real acumulada ha estado por encima del 8% en 2022, la mayor desde 1986, y con una inflación en los alimentos básicos que alcanzó en diciembre el 15,6%. Es decir, por mucho que se maquillen los datos, las y los trabajadores continuarán empobreciéndose, ante una perspectiva de que el IPC de los próximos años sea mucho mayor que la subida acordada.

Por otro lado, en el actual contexto económico de crisis capitalista y persistente inflación, la firma de tablas salariales a cuatro años vista significa hipotecarse. Tenemos que exigir acuerdos salariales anuales, que garanticen el IPC y que no supongan ni un euro de pérdida para nuestros bolsillos. Si la patronal quiere firmar acuerdos de cuatro años que lo haga garantizando íntegramente la subida del IPC real acumulado año a año. La cláusula de garantía del convenio firmado acuerda una subida al finalizar 2025, pero para entonces los trabajadores ya llevaremos años de pérdidas de poder adquisitivo que no se van a recuperar.

El Gobierno del PNV se garantiza la paz social

Lo que demostraron los once días de huelga en 2022 es que había fuerza para torcer el brazo de la patronal y conseguir más. La propia entrada en juego del Gobierno Vasco también fue reflejo del miedo que existía a que la lucha se radicalizase y se extendiese. Es la misma estrategia que utilizaron en Mercedes, y que LAB junto a ELA y ESK rechazaron correctamente. La realidad es que la lucha aún tenía mucho recorrido, pero ha primado la estrategia de paz social a que nos tienen acostumbrados CCOO y UGT, y a la que ahora desgraciadamente parece sumarse la dirección de LAB.

En este sentido, el primer error ha sido considerar al Gobierno Vasco como un aliado y un mediador imparcial. Ese mismo Gobierno que manda a la Ertzaintza a cargar, hostigar y detener a los compañeros y compañeras que forman un piquete, incluyendo a los propios afiliados y militantes de LAB. El Gobierno del PNV-PSE nunca ha sido un aliado de los trabajadores y trabajadoras, y nunca lo va a ser. Así lo hemos visto en los convenios del sector público como Osakidetza, Educación, Servicio de Ayuda a Domicilio o residencias Jaurlaritza, donde las subidas salariales están muy alejadas del IPC y existe una precariedad laboral cada vez más insoportable.

En este sentido, ELA se ha desmarcado del acuerdo señalando al Gobierno Vasco como agente de la patronal. Pero es necesario llevar ese posicionamiento más allá, convocando asambleas generales de trabajadores y planteando nuevas movilizaciones y medidas de presión. ELA, con el 40% de la representación, está en condiciones de hacerlo. Una estrategia que debe dirigirse fraternalmente a los afiliados y delegados de otros sindicatos, principalmente de LAB, y que debe apostar por la unidad en la lucha.

Este último año ha demostrado que la clase obrera en Euskal Herria, y especialmente en el metal, tenía una enorme fuerza para vencer a la patronal. La confluencia del metal en Bizkaia y Araba, y la huelga ejemplar de la Mercedes Benz, lo puso en evidencia. En este sentido, la mayoría sindical vasca, ELA y LAB, han dejado pasar una importante oportunidad para unificar los conflictos, extenderlos y convertirlos en una referencia que preparara una huelga general en toda Euskal Herria contra la ofensiva patronal. Como vemos en Gran Bretaña o ahora en Francia, ¡sobran razones para ello! ¡Sobran razones para la huelga general!


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