¡El TUC debe convocar Huelga General para acabar con los tories!

El pasado 1 de febrero ciento de miles de trabajadoras y trabajadores británicos han coincidido en la mayor jornada de huelgas en treinta años: las y los profesores de colegios e institutos, profesores y personal universitario, trabajadores y trabajadoras de los ferrocarriles y de autobuses, y cerca de 100.000 empleados públicos de diversos ministerios. Una jornada de huelgas que culminó con manifestaciones masivas convocadas por el TUC en 75 ciudades que reunieron a más de medio millón de personas.

Una de las razones de dichas marchas ha sido combatir las nuevas medidas del Gobierno tory para seguir atacando el derecho a huelga. La nueva ley, que ya ha sido aprobada en el Parlamento pero que aún debe pasar el trámite de la Cámara de los Lores, plantea anular el derecho de huelga de cientos de miles de trabajadores y trabajadoras estableciendo servicios mínimos abusivos en determinados sectores: transporte, bomberos, trabajadores de fronteras, el sistema nacional de salud (NHS) y entre el profesorado.

Una Ley que además podrá ser modificada, es decir, empeorada, por los ministros y el Gobierno tras el trámite parlamentario, al haberse acogido a la llamada cláusula Enrique VIII. Un nuevo ejemplo del creciente autoritarismo del régimen capitalista británico y del aparato del Estado, que demuestra los estándares democráticos reales de aquellos que justifican su intervención en la guerra imperialista en Ucrania en nombre de la sacrosanta democracia.

La fuerza de la clase obrera británica

A las huelgas del profesorado convocadas esta semana, junto a los ferroviarios, personal de universidades y funcionarios públicos, se sumará la próxima semana una nueva huelga de las enfermeras, ambulancias y fisioterapeutas del NHS, conjuntamente con diferentes sectores del transporte, de nuevo el personal de universidades, y funcionarios como el personal de los museos o los trabajadores de fronteras. Por otro lado, el profesorado tanto en febrero como en marzo continuará con nuevos paros, y en marzo también se sumarán a las huelgas los doctores más jóvenes (el equivalente en Estado español a los MIR).

A pesar de las esperanzas del Gobierno conservador en que el tiempo agotaría el movimiento, de la utilización del ejército para intentar suplir sin éxito a los huelguistas (600 militares el 1 de febrero), o de las sucesivas iniciativas para restringir aún más el derecho de huelga, esta rebelión de la clase obrera no solo no cesa sino que se está fortaleciendo y radicalizando. Una rebelión que, frente a las previsiones de los tories, sigue contando con un amplio apoyo y simpatía entre el conjunto de la población.

Y la razón de esto último es obvia: el empobrecimiento cada vez más insoportable, con miles de familias trabajadoras obligadas a acudir a comedores sociales y casos literales de hambre, tal y como se ve obligada a reconocer la propia prensa burguesa. Y esta situación además no tiene visos de mejorar, con una economía ya en recesión y con unas perspectivas de inflación para el año 2023 del 8%, muy lejos del 4,6% previsto por el FMI para las economías avanzadas y del 6,6% previsto a nivel global.

Por eso mismo, porque la clase obrera ha dicho basta, los intentos del Gobierno por desactivar las huelgas ofreciendo migajas, con subidas salariales del 4 o 5% a las enfermeras, al profesorado o a los ferroviarios, no han engañado a nadie, siendo rechazadas masivamente.

Por otro lado, aquellos sindicatos que están promoviendo estas huelgas, que se posicionan como más combativos, se están fortaleciendo. Así está ocurriendo con el National Education Union (NEU) entre el profesorado, el único que ha aprobado la convocatoria de paros, y que ha visto crecer su afiliación en 32.000 nuevos profesores y profesoras, fruto de que solo pueden secundar los mismos las y los trabajadores afiliados.

¡Por la Huelga General!

A pesar de todas las dificultades y trabas, de la dura legislación antisindical, de la represión, del papel esquirol del Partido Laborista de Starmer, y de la falta de decisión de los dirigentes del TUC y otros grandes sindicatos como United y Unison para coordinar y unificar seria y contundentemente esta oleada de huelgas, la determinación de la clase obrera sí lo está consiguiendo desde abajo, mediante la acción directa en la lucha. La jornada del 1 de febrero, que los dirigentes del TUC querían reducir a marchas de protesta, se convirtió en la práctica en una jornada de huelga general del sector público que ha paralizado el país.

En este contexto, y con el Gobierno conservador de Sunak a la ofensiva contra el derecho de huelga, es más necesario que nunca levantar la consigna de la Huelga General. No hay excusas para no hacerlo. La clase obrera está demostrando en la práctica que tiene fuerza y disposición para organizarla y llevarla adelante. Los pobres argumentos sobre la imposibilidad de convocarla fruto de la legislación antisindical, como plantea el secretario general del TUC, Paul Novack, olvidan la historia del movimiento obrero británico y muestra la tremenda cobardía que atenaza a la burocracia sindical.

En los años 70, los sindicatos y la clase obrera tuvieron que enfrentarse a una legislación antisindical salvaje. En 1971 el Gobierno conservador de Edward Heath aprobó una dura Ley antisindical, y en 1972 encarceló a 5 dirigentes sindicales de los estibadores por impulsar huelgas “ilegales”. Finalmente, la generalización de las huelgas en solidaridad con los estibadores y la amenaza de una huelga general, en una situación similar a la actual, tumbaron dicha legislación y liberó a todos los detenidos[1].

Y lo mismo ocurrió en la lucha contra la Poll Tax[2] de Margaret Thatcher. Militant, organización marxista revolucionaria con una influencia de masas, no dudó en impulsar y organizar una campaña masiva de desobediencia contra dicha tasa que conllevo el encarcelamiento de uno de sus diputados, Terry Fields, pero que finalmente tumbó la Poll Tax y acabó definitivamente con la Dama de Hierro.

Si la TUC y los grandes sindicatos que la conforman llaman a la Huelga general de 24 horas, el Gobierno y el aparato del Estado no dudarán en atacarles, en recortar sus recursos económicos, confiscándoselos, e incluso en tratar de encarcelar a dirigentes y activistas sindicales. Pero, ¿es que acaso no están actuando ya en esta dirección con dos leyes antisindicales, contra el derecho de huelga, aprobadas en menos de un año? ¿Es que acaso no están utilizando ya al ejército contra las huelgas? ¿No requiere esto una respuesta contundente a la altura? ¿Es que acaso no es decisivo este derecho de huelga para defender los salarios y las condiciones de vida de la clase obrera?

La enorme fuerza del movimiento huelguístico, que ya es un hecho, no solo es el único camino para frenar estos ataques y los que vendrán, sino que es la única manera de que la clase obrera no siga hundiéndose en la miseria. La victoria en cada una de dichas huelgas va de la mano de la unificación de las mismas, de su extensión, y de su transformación en un conflicto político mediante una Huelga General que acabe definitivamente con los tories y que ponga encima de la mesa la expropiación de la banca y los grandes monopolios capitalistas para resolver los graves problemas sociales que condenan a la mayoría trabajadora.

 

Notas:

[1] How British Workers Toppled the Anti-Union Industrial Relations Act

[2] El Community Charge –literalmente «impuesto a la comunidad»– también conocido como Poll Tax, fue un impuesto que obligaba al pago de un importe igual a cada ciudadano con independencia de su renta o cualquier otra circunstancia personal o social, afectando especialmente a la clase trabajadora y los sectores más empobrecidos.


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