Entrevista a Lucía Domínguez, presidenta del comité de empresa de Stradivarius en A Coruña y delegada de CIG

“Nuestro sector no tiene tradición de lucha, pero hemos conseguidos que la primera manifestación de dependientas fuera un exitazo”.

La mañana del 24 de noviembre arrancaba con fuerza la huelga de las dependientas de Inditex en la ciudad de A Coruña, convocada por la CIG. Con las principales tiendas del grupo cerradas, cientos de trabajadoras organizadas en piquetes informativos han recorrido el centro de la ciudad gritando consignas reivindicativas. Ese día también se concentraban las dependientas del grupo en Madrid exigiendo mejoras salariales, y CGT anunciaba huelga el 7 de enero, coincidiendo con el primer día de rebajas tras las navidades.

La indignación y el malestar son muy fuertes, y todo indica que esta huelga, que el viernes 25 se extenderá a toda la provincia de A Coruña, va a marcar un antes y un después en este sector, demostrando la enorme fuerza que tienen las trabajadoras para acabar con unos sueldos de miseria y unas condiciones de vida indignas que conviven con el lujo y la ostentación de sus patrones, la familia Ortega.

Horas antes del inicio de la huelga entrevistamos a Lucía Domínguez, delegada de la CIG, presidenta del comité de empresa de Stradivarius en A Coruña y trabajadora de la tienda de Plaza de Lugo.

 

El Militante.- ¿Cuáles son vuestras condiciones y qué os lleva a lanzar esta movilización?

Lucía Domínguez.- Nuestras condiciones las resume el lema de la pancarta que llevamos a la manifestación del 6 de noviembre: “Las dependientas de Inditex no llegamos a fin de mes”. No podemos seguir así, nuestro convenio, el de comercio, sigue sin aprobarse y la patronal ofrece subidas muy pequeñas. Nuestros salarios base son los mismos que los de cualquier dependienta de una tienda pequeña o mediana, no han variado a pesar de la inflación desbocada y a eso se añade la enorme desigualdad que sufrimos respecto a otros trabajadores. Incluso teniendo en cuenta algunos pequeños pluses que tenemos, cobramos alrededor de una tercera parte de lo que cobran nuestros compañeros de Inditex de sectores como logística y deberíamos cobrar lo mismo. Las dependientas de tienda somos las pobres de Inditex, que la empresa no asuma nuestra reivindicación de un incremento salarial de 440 euros en tres años está completamente injustificado con los beneficios que tienen.

Además, durante la pandemia la empresa endureció mucho las relaciones laborales y sufrimos las consecuencias de acuerdos que CCOO y UGT firmaron a nivel estatal. La empresa se saltó la representación sindical en cada provincia, con ataques importantes y criminalizando a quienes nos opusimos. Cosas como por ejemplo los “horarios estanco”. Cuando las tiendas volvieron a abrir tras el confinamiento, un día antes de incorporarnos nos dijeron que teníamos que dividir las plantillas en dos grupos, uno iba de mañana y otro de tarde. Si tenías un calendario laboral anual firmado por cuidados de hijos o lo que fuera te ibas una hora antes a casa, pero tenías que ir de mañana o de tarde siempre, porque se suponía que por motivos sanitarios no podíamos mezclarnos, aunque a la empresa no le importó que nos mezclásemos con todos los clientes. Con las necesidades que había, con guarderías cerradas, etc., nos hizo muchísimo daño porque eran además horarios que hacían imposible trabajar las 40 horas, no daban opciones a ampliar franja horaria, y se llegaron a generar deudas de horas que luego nos descontaron de golpe.

También acordaron lo que llamaron “reorganización de tiendas por digitalización”: un ERE encubierto a través del cierre de tiendas, en Galicia unas 25. Nos impusieron las “vacantes voluntarias” con recolocaciones en otras tiendas sin respetar horarios y empeorando nuestras condiciones. Si no aceptabas pasabas a la “vacante forzosa” que podía consistir en irte a otra punta del Estado y si no aceptabas te ibas a la calle.

En el mes de mayo CCOO y UGT llegaron a un acuerdo a nivel estatal de una subida ridícula, tres euros por jornada, del llamado “plus sede”, cuando desde los comités de empresa estábamos reivindicando subidas mucho mayores. De toda esta situación viene el malestar y que las trabajadoras empezaran a decir que no podíamos seguir así.

EM.- ¿Qué habéis hecho hasta ahora y cuál es el plan de lucha?

LD.- El pasado 6 de noviembre salimos a la calle. Se movilizaron muchísimas compañeras y todas salimos muy fortalecidas, nos reconocimos en la movilización, nos hicimos conscientes de nuestra fuerza y nuestra capacidad de organización. A pesar de que nuestro sector no tiene tradición de lucha conseguimos que la primera manifestación de dependientas que ha habido nunca fuera un exitazo. Después de la huelga indefinida de las trabajadoras de Bershka en Pontevedra antes de la pandemia, que fue histórica con un 100% de seguimiento, nunca había habido algo así de dependientas.

Antes de esa manifestación la empresa hizo una propuesta de subida del plus sede, que las trabajadoras rechazaron en asamblea y que es la misma que, sin contar con su opinión, hace unos días firmaron CCOO y UGT en un intento de desconvocar la movilización. Esta maniobra lo que ha hecho es indignar aún más a las trabajadoras, porque lo que han firmado ya se había rechazado: no es más que recuperar un incentivo que ya teníamos antes de la pandemia y nos quitaron. Nuestras reivindicaciones no son incentivos, queremos subidas salariales.

Por parte de la empresa hay mucha presión para que se desconvoque la huelga y CCOO y UGT se han prestado a su juego firmando este acuerdo y poniéndose en la práctica al servicio de Inditex. Pero las trabajadoras están decididas y la presión también es muy fuerte en ese sentido, hasta el punto de que la UGT de Coruña se ha visto obligada a contradecir a la UGT estatal, desdiciéndose del acuerdo y apoyando las movilizaciones del 25N.

Tras la manifestación la empresa se abrió a sentarse a negociar aquí, en A Coruña, que era otra reivindicación porque no queremos que se salten la representación sindical y negocien con las federaciones de CCOO y UGT como durante la pandemia. Pero nos pusieron dos condiciones: que las negociaciones se centrasen en el aspecto económico, dejando fuera condiciones laborales y sociales, y que se hiciese a cuatro bandas, un representante por sindicato (CCOO, UGT y CIG) al margen de la representación sindical de cada uno y que en nuestro caso es mayoritaria. Tras celebrar asambleas nosotras (CIG) aceptamos esa negociación centrándonos en la subida salarial y en la revisión de nuestros salarios cada tres años, que es la reivindicación central. Ahora mismo con un salario base a 40 horas de 1.095 euros no podemos llegar a fin de mes, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría estamos a tiempo parcial y no llegamos ni a eso.

Ahora vamos a la huelga y en función de lo que vaya pasando utilizaremos el mes de diciembre para hacer más huelgas, incluso hay trabajadoras que hablan de huelga indefinida. Desde luego lo que está claro es que vamos a aguantar hasta el final y a utilizar toda la fuerza que las trabajadoras tenemos para subir nuestros sueldos.

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Imagen de la manifestación del 25 de noviembre de las trabajadoras de Inditex en huelga, por las calles de A Coruña. 


EM.- Vuestra huelga coincide con la jornada de movilización contra las violencias machistas. Teniendo en cuenta que hay una mujer, Marta Ortega, al frente de la empresa que os explota, ¿qué tipo de feminismo pensáis que es útil y necesario para las trabajadoras?

LD.- Las trabajadoras seguimos siendo mujeres. Aunque Inditex utiliza la imagen de que la presidenta es una mujer para hacer marketing, para nosotras no cambia nada por tener a una mujer de presidenta, es algo que utiliza el capitalismo para blanquearse. Simplemente es la hija de Amancio Ortega y nada tiene que ver con nuestras condiciones de vida por más mujer que sea. En Inditex hay una discriminación de libro en cada movimiento que hace la empresa, no solo en los salarios, sino aumentando la eventualidad y la precariedad de las fijas. El propio hecho de que nuestras condiciones laborales no las podamos negociar en A Coruña a diferencia del resto de sectores de Inditex que sí lo hacen es pura discriminación, por qué nosotras no podemos hacer valer la representación sindical elegida por nosotras mismas.

A esto se suma el silencio por parte de los medios de comunicación gallegos por tratarse de Inditex. Todo son publirreportajes a todo color de Amancio y su familia, de sus fiestas de lujo y promover la imagen de gente que dona, que son mecenas culturales, nada se habla de nuestra explotación y de dónde viene ese dinero. En la televisión gallega la manifestación histórica del 6N ocupó tres segundos, fue la noticia 19 de 22 y sin imágenes, un escándalo.

Nosotras lo tenemos claro, durante estos años los grandes sindicatos han impuesto la paz social adrede amparándose en la incertidumbre que la clase trabajadora vivía, pero cuando la pandemia termina y ves que la riqueza sigue distribuida de la misma forma y que quien no puede hacer la compra en el súper eres tú, la que perdió derechos eres tú, la gente no puede más y no queda otra que luchar.


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