Contra la privatización, los recortes y la precariedad. ¡En defensa de los servicios públicos!
Los sindicatos ELA, LAB, CCOO, SATSE, STEILAS y ESK han llamado a todas las y los trabajadores públicos de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) a una huelga general el próximo jueves 22 de abril. Desde Sindicalistas de Izquierda manifestamos todo nuestro apoyo a esta convocatoria. Se trata sin duda de un gran paso adelante para unificar las fuerzas de todas las luchas que en los últimos meses han tomado las calles para defender los servicios públicos de quienes pretenden hacer negocio a costa de nuestros derechos más básicos.
Es una necesidad urgente acabar con la política consciente de recortes y privatización del Gobierno vasco del PNV y el PSE: acabar con las condiciones de temporalidad y precariedad a las que somete esta administración a miles de empleados haciéndolos fijos, crear los miles de empleos públicos necesarios en Sanidad, Educación y en los servicios esenciales y publificar inmediatamente todos los servicios subrogados y privatizados, manteniendo las plantillas y haciéndolos empleados públicos.
El Gobierno vasco privatiza y la patronal se frota las manos
Tal y como reconoce el propio Gobierno vasco, el sector público en la CAV tiene la mayor tasa de temporalidad de todo el Estado español y de Europa. En Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, 4 de cada 10 trabajadores y trabajadoras empleadas públicas está en precario, 50.000 personas en total. Se trata de una situación de degradación y abandono de los servicios públicos que va acompañada de un proceso generalizado de privatizaciones al que el PNV se ha dedicado en cuerpo y alma durante décadas.
Las y los trabajadores de residencias, de Haurreskolak, de atención a domicilio, de comedores, La sanidad vasca (Osakidetza) o Educación llevan años de movilizaciones denunciando esta situación. La pandemia no ha hecho otra cosa que poner negro sobre blanco las consecuencias catastróficas de la subrogación de estos servicios, la precariedad y los recortes: tanto para los propios trabajadores como para el conjunto de nuestra clase, que cada vez tiene más dificultades para acceder a los servicios más básicos como la sanidad, la educación, la atención a dependientes o las residencias de mayores en condiciones dignas.
Por eso muchas de estas plantillas han salido a la lucha los últimos meses debido a la situación insoportable que están padeciendo. La Osakidetza salió a la huelga la última semana de enero, al igual que el sector de cuidados y residencias coincidiendo con huelgas en la educación infantil, las Haurreskolak. Los pasados 30 de marzo y 16 de abril multitud de concentraciones han aglutinado a cientos de trabajadores públicos por toda la CAV. Sin duda, todo esto demuestra la fuerza del movimiento y augura el éxito de la huelga del sector público.
El siguiente paso que necesitamos: una huelga general de todos los sectores productivos
Son precisamente esas luchas las que han impulsado la convocatoria de la huelga general del sector público convocada el 22 de abril. Es un gran paso adelante, pero la privatización de los servicios básicos ha llegado tan lejos que para poner fin a la precariedad es preciso unir las fuerzas de los trabajadores del sector público con los de los servicios que han sido privatizados, exigiendo su vuelta al sector público. La unificación de fuerzas puede y tiene que ir aún más porque la precariedad y las luchas no afectan únicamente al sector público.
Los capitalistas están aprovechando la situación abierta con la pandemia para arrasar con el dinero público en forma de ayudas millonarias, mientras lanzan una ofensiva de recortes salariales y empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores. Después de haberse beneficiado de los ERTE y las ayudas públicas están presentando ERE despidiendo trabajadores fijos y con derechos y sustituyéndolos por trabajo precario y subcontratas. Sus planes para seguir amasando grandes beneficios pasan por una reconversión industrial con más ataques y recortes y unas consecuencias terribles para la clase trabajadora.
La respuesta de los trabajadores no se ha hecho esperar: manifestaciones de empresas del sector Aeronáutico, la lucha de los trabajadores y trabajadoras de Tubacex, duramente reprimidas por la Ertzaintza, las movilizaciones en el Valle de Ayala, la movilización en Gasteiz convocada por 50 comités y otros colectivos sociales el 30 de enero, las concentraciones de Mercedes Benz, residencias, comedores escolares y transporte, las manifestaciones en Sestao de miles de personas contra la desindustrialización de la Margen Izquierda etc.
La huelga del sector público es una gran noticia. El siguiente paso debe ser unificar y extender la lucha aún más en una huelga general de todos los sectores productivos, como hicimos el 30 de enero del año pasado, para golpear todos juntos a los que nos recortan, despiden y explotan y al Gobierno del PNV- PSE a su servicio. Es necesario reactivar los Comités de Huelga que se crearon para la Huelga General del 30 de enero del 2020 y elaborar un calendario de movilizaciones ascendente, recuperar y ampliar las reivindicaciones presentadas por la Carta Social como la jornada de 35 horas semanales sin reducción salarial, la derogación inmediata de las reformas laborales del PSOE y del PP, salario y pensiones mínimas de 1.200 euros mensuales, la reducción de la edad de jubilación con contratos relevo, el derecho a una vivienda pública digna, prohibiendo desahucios y expropiando miles de viviendas en manos de bancos y fondos buitre.
Por una alternativa revolucionaria
La crisis que atravesamos no es algo coyuntural que vaya a desaparecer en unos meses y tampoco los ataques que padecemos. Todas nuestras reivindicaciones son perfectamente posibles, pero para lograrlas es necesario apostar por una alternativa revolucionaria apoyándose en la movilización unificada de nuestra clase: municipalizar y renacionalizar los sectores, empresas y servicios privatizados, expropiar los grandes bancos y empresas de las manos de los capitalistas y ponerlas bajo el control democrático de las y los trabajadores, planificar la economía de acuerdo con las necesidades sociales y no del lucro privado.
Necesitamos una izquierda de combate, que confronte directamente con los que aplastan nuestros derechos, que se enfrente al autoritarismo y a la reacción en las calles, que garantice servicios públicos de calidad acabando con la privatización.
¡Es necesario construir una Izquierda Revolucionaria para luchar por la transformación socialista de la sociedad!