Crece el apoyo a los trabajadores de Tubacex en Huelga Indefinida desde el 15 de febrero
Los trabajadores de Tubacex, en huelga indefinida desde el 15 de febrero, han puesto en pie de guerra a trabajadoras, vecinos y jóvenes de toda la comarca de Aiaraldea. No son solo los 150 despidos que pretenden en Tubacex, también están el cierre de Valvospain que afecta a 79 trabajadores, los más de 600 trabajadores en ERTE en Tubos Reunidos de Amurrio, los eventuales de otras empresas, los pequeños talleres, el pequeño comercio, los funcionarios interinos, las mujeres, los falsos autónomos… llueve sobre mojado.
Lo que sucede en Tubacex es la punta del iceberg. De los municipios mayores de 10.000 habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), Amurrio y Laudio se encuentran en el 5º y 6º puesto en tasa de paro, con el 15 y el 14% respectivamente. Con un desempleo juvenil superior al 40%, mientras que los que logran encontrar un trabajo este es precario y mal pagado.
Seguimiento masivo del paro en el Valle de Aiara
El 5 de marzo ELA, LAB, STEILAS Y ESK convocaron un paro de dos horas en todos los centros de trabajo de la comarca a favor del empleo y una vida digna en la comarca de Ayala, en apoyo a los trabajadores de Tubacex y Valvospain y en contra de la destrucción de empleo y el debilitamiento de los servicios públicos.
El impulso a la movilización de todo el valle fue definitivo tras los comunicados y el apoyo solidario de las plantillas de Envases Metalúrgicos de Álava el 26 de febrero, de Tubos Reunidos Industrial de Amurrio y de los compañeros de ITP y Vidrala. Trabajadores de ambas empresas fueron con sus ropas de trabajo el dos de marzo para acompañar en sus movilizaciones a la plantilla de Llodio reforzando los piquetes a la entrada de la fábrica.
Pocos días antes, los trabajadores que participaban en el piquete a la puerta de Tubacex, habían sido insultados y agredidos por la Ertzaintza que actuó de forma brutalidad hiriendo a decenas de trabajadores y deteniendo a varios.
El paro y las movilizaciones convocadas en Aiaraldea han sido nuevamente multitudinarias. Han parado empresas grandes como Vidrala, Guardian, también los estudiantes y casi todo el comercio, y la concentración se convirtió en una nutrida manifestación.
La dirección de Tubacex, que actualmente tiene una plantilla de 800 trabajadores, «aseguraba en julio que las plantas no eran competitivas y que la solución pasaba por el despido de 150 personas»; y queriendo trasladar la responsabilidad de los despidos a los propios trabajadores «planteó como alternativa una reducción importante del sueldo de toda la plantilla: eliminación de pluses, congelación salarial, importante aumento de la jornada laboral, recorte de beneficios sociales…».
Y lo dice una patronal que en 2019, último año auditado, se repartió 6 millones de euros de beneficios y que han recibido 8 millones de euros los últimos años de ayudas de la Administración pública. La propia empresa reconoce públicamente su solvencia: “Cerramos el año con una posición de liquidez, entre caja y disponibles, superior a 240 millones de euros, lo que contribuye a mejorar la solvencia del Grupo en el corto y medio plazo, haciendo frente a los vencimientos de deuda de los préstamos hasta bien entrado 2024" manifestó Jesús Esmorís, Consejero Delegado De Tubacex.
Además, defender el empleo digno y con derechos en Tubacex no es poner trabas a la lucha contra cambio climático como demagógicamente señala Urkullu haciéndonos a los trabajadores responsables del desastre ecológico que la voracidad del capitalismo ha provocado.
Tubacex puede producir para sectores de energías limpias, como transporte y almacenamiento de hidrógeno, renovables o sectores no vinculados con el sector energético como transporte o aeroespacial, entre otros.
Se trata del reparto de la riqueza generada por los trabajadores y los accionistas quieren más. Cualquier recorte aceptado por las direcciones sindicales les estimula para exigir más y para ello cuentan con el apoyo del PNV.
Las empresas vascas reclaman mantener el derecho a poder despedir libremente mientras el PNV les entrega más de 430 millones de euros en ayudas y la Ertzaintza actúa como piquete de la patronal para terminar de doblegar a los trabajadores.
Hay que continuar unificando las luchas. Hacia la huelga general
Los representantes sindicales en lugar de defender de manera intransigente el empleo extendiendo la movilización y la lucha todavía más a todas las empresas que se encuentran en la misma situación, plantean la retirada del ERE y que se negocie un ERTE, a lo que se niega la dirección de Tubacex.
La mayoría sindical ELA, CCOO, Stat e independientes han presentado una segunda propuesta que pasa por prejubilaciones para los nacidos en 1966 y antes, con el 100% de cobertura. Así mismo proponen que los trabajadores se puedan acoger a excedencias voluntarias de 3 años cobrando 1.500 euros. También ha planteado bajas voluntarias indemnizadas con 60 días por año trabajado.
Los dirigentes sindicales, mientras insisten en que su objetivo es el de “despidos cero”, se muestran dispuestos a avalar la destrucción de empleo. Las consecuencias de esta estrategia ya la hemos sufrido en numerosas ocasiones.
Esta política sindical es un profundo error como ha demostrado toda la experiencia pasada. Eso no son “despidos cero”. Hace dos años se creó una plataforma para rememorar el 25 aniversario de las luchas con motivo del cierre de Aceros de Llodio y la conclusión de dicha plataforma fue contundente: "Fuimos conscientes de que las prejubilaciones que ofertaban a las trabajadoras, las recolocaciones o las bajas incentivadas no eran la solución a la destrucción de empleo, y por ello todo el pueblo compartimos su lucha y salimos a la calle".
Para defender el empleo fijo y estable y luchar contra los recortes, las direcciones sindicales deben de unificar las luchas de todas las empresas y convocar una Huelga General en Euskal Herria contra los despidos, sean forzosos o voluntarios.
Los puestos de trabajo son un derecho de nuestra clase al que nunca debemos renunciar. Las empresas instaladas son precisas para satisfacer las necesidades sociales; si los capitalistas son incapaces de mantenerlas abiertas, es necesario exigirles que se retiren y que estas industrias sean nacionalizadas sin indemnización para ser puestas a funcionar bajo el control de la clase trabajadora.
¡La lucha es el único camino!