navantiaprotesta11El 9 de septiembre se firmó el IV Convenio Colectivo de Navantia, un convenio que recorta derechos, aplica recortes históricos y en el que desaparece la cláusula de ultractividad que incorporaban los anteriores convenios, lo que nos deja ¡tres meses de cobertura legal!, cuando, la propia reforma laboral, que ya supuso un recorte de derechos, la limita a un año.

Desgraciadamente lo más importante no es la aberración que se ha firmado, sino que la firma se produjo en medio de una ruptura de la unidad sindical sin precedentes en la historia reciente. De los 12 miembros de la comisión negociadora 4 decidieron no firmar: 3 de Ferrol (CCOO, CIG y USTG) y 1 de la bahía de Cádiz (CAT). Los 8 miembros restantes (CCOO, UGT y CSIF) firmaron el convenio.
La ruptura ha afectado de lleno a CCOO que, con mayoría abrumadora, dirige la vida sindical de los astilleros militares desde hace más de 30 años. La Federación de Industria de CCOO no sólo desaconsejó la firma del convenio sino que cesó a cuatro miembros de CCOO de la comisión negociadora que, a pesar de ello, lo firmaron como representantes del sindicato en dicha comisión. En declaraciones a la prensa, el 11 de septiembre, Linares, presidente del comité de Puerto Real, reconocía que “fue el ‘equipo jurídico de Navantia’ el que explicó (…) que existe un documento que da potestad a los cuatro cesados para estampar su firma”. Es difícil encontrar mayor reconocimiento público de connivencia con la empresa. Estamos asistiendo a una crisis histórica del sindicato.

La burocracia sindical se rompe por el empuje de los trabajadores

Las secciones sindicales de Madrid, Cartagena y la bahía de Cádiz consideran que estamos ante el mejor convenio posible (como se han hartado de repetir estos días). El comité de empresa de Cartagena emitió un comunicado con fecha 10 de septiembre en el que incluso afirman, sin ruborizarse, que “no se produce ninguna pérdida de derechos ni retrocesos”. Por otro lado, los comités de empresa de la ría de Ferrol estaban dispuestos a firmar si la empresa garantizaba la no aplicación de EREs, y si se les permitía participar en el diseño del próximo plan de empresa. Ante la negativa de la empresa a aceptar tales condicionantes decidieron no firmar.
La burocracia sindical (en todos los centros) está tratando de presentar su ruptura, de una forma más o menos explícita, como la expresión de un choque entre dos bloques geográficos homogéneos: el norte (combativo) y el sur (realista). Esta explicación, por simple y sugerente que pueda parecer, para nada se corresponde con la realidad.
En primer lugar, no estamos ante dos bloques geográficos: un miembro de CAT, en la bahía de Cádiz, no ha firmado y uno de UGT, en la ría de Ferrol, no se ha presentado calculadamente en la reunión. Y en segundo lugar: los supuestos bloques no son homogéneos. En la bahía y en Cartagena existe una fuerte oposición a la firma del convenio entre las plantillas (en las asambleas de ratificación del preacuerdo, hace casi un año, tan sólo votó a favor la mitad de la plantilla de Cartagena y en Puerto Real hicieron falta tres votaciones para decidir el resultado por lo ajustado del mismo), expresando una profunda separación entre los trabajadores y sus representantes. Por otro lado, en la ría de Ferrol tenemos un comité que va a remolque de los trabajadores. ¿Es necesario recordar que la contrapropuesta sindical, que recoge esencialmente el contenido del convenio que nos ocupa, fue defendida a capa y espada por los comités de Ferrol y Fene?, ¿debemos recordar que fue necesario que el sector Crítico de CCOO recogiese más de 600 firmas para obligar al comité de Ferrol a convocar una asamblea general para que tuviéramos la oportunidad de votar una contrapropuesta que nos querían imponer? ¿Y que esta votación fue abrumadoramente contraria a la propuesta del comité? Lo que quedó muy claro es que una parte importante de los trabajadores de Ferrol no quieren un convenio de retrocesos, con contrapartidas o sin contrapartidas.
Por tanto, esta crisis en la dirección del sindicato es la expresión del antagonismo entre dos bloques muy diferenciados: la burocracia sindical que se eleva por encima de los trabajadores hasta asfixiarlos y los propios trabajadores, que están hartos de ser ninguneados y tratados como simples votos.

Hay que pasar de las palabras a la acción

En menos de tres meses nos quedamos sin convenio por lo que si no llegamos a un acuerdo para prorrogarlo, o para firmar uno nuevo, nos quedaremos sin el amparo legal del mismo con las consiguientes pérdidas de derechos y recortes salariales. La presión, por tanto, para firmar la tendremos nosotros. Además esto se produce en un contexto interno de grandes pérdidas económicas y escasa carga de trabajo, y externo de profunda crisis económica y nuevos ataques a la clase obrera en todo el Estado español. Y por último, la imagen de enorme debilidad que nuestra dirección sindical viene mostrando de manera progresiva en los últimos años, y que ha llegado a su máximo (hasta la fecha) con la firma del convenio, va a estimular a la empresa para atacarnos.
La clave para enfrentarnos con garantías de éxito a los ataques que van a venir pasa por extraer las lecciones adecuadas de la actual situación. Tenemos que ser capaces de romper el aislamiento al que los diferentes comités nos están sometiendo. ¿Cómo es posible que en tantos años de lucha por la carga de trabajo todavía no hayamos realizado una marcha a Madrid? No es cierto, como se está diciendo, que existan intereses enfrentados entre los astilleros que componen Navantia. Todos luchamos por lo mismo: carga de trabajo y un futuro digno para nuestras familias y nuestras comarcas. Sólo desde una perspectiva derrotista que asume el mensaje del enemigo se puede aceptar que los trabajadores de Cádiz, Cartagena y Ferrol tengamos que pelearnos entre nosotros para obtener una limosna. Esa visión derrotista, que no realista, nada tiene en común con el sindicalismo que ha traído muchas de las conquistas que ahora nos están arrebatando. Por eso es necesario, ahora más que nunca, una marcha a Madrid que termine con una gran asamblea abierta a la participación del conjunto de los trabajadores de Navantia. Estamos ante un gobierno débil, totalmente desacreditado y que se va a enfrentar este otoño a una oleada de movilizaciones. En este contexto, la apertura de un nuevo frente de lucha estatal en el sector naval tendría un impacto social tremendo, facilitando enormemente la consecución de nuestros objetivos.

Descarga cartel-resolución de Críticos CCOO de Navantia-Ferrol en PDF

Leer artículo artículo de José Luis Romero de Jódar, expresidente del comité de empresa de Bazán – Cartagena en los años 70 y 80, publicado en www.laopiniondemurcia.es

Navantia, sindicalismo amarillo


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