Hace ocho años comenzó esta “aventura” que nunca pensé que iba a tener el final que tuvo. En el año 2009 accedí a asumir la responsabilidad sindical de Organización y Finanzas en la Federación de Enseñanza de CCOO de Castilla y León (FECCOOCyL). Los motivos de tal decisión fueron fundamentalmente tres: que el entonces actual responsable no quería continuar, que nadie estaba dispuesto a asumirlo y que, teniendo en cuenta que en CCOO las listas a los Congresos han de ser paritarias, se necesitaba que las mujeres diéramos “un paso al frente”.
No soy persona que se amilane ante los retos, ni tampoco que se haga de rogar para hacer algo, por lo que, sin casi ningún tipo de duda, acepté el órdago. Y digo casi ningún tipo de duda porque había un motivo que me empujaba a declinar: el no tener, en ese momento, ni los conocimientos ni la experiencia suficiente para desempeñar la responsabilidad; pero también sabía que si trabajaba duro me pondría rápidamente al día. Hubo entonces muchas compañeras y compañeros que me animaron y apoyaron para que mi decisión fuera afirmativa, y así fue. Compañeras y compañeros, algunos de ellos, que años más tarde cambiaron su valoración sobre mi dedicación, y allí donde lo que había hecho había sido un gran trabajo, realizando con un encomiable esfuerzo, por arte de birlibirloque se convirtió en una auténtica basura… Todavía recuerdo los muchos correos electrónicos o llamadas telefónicas que recibí de estas personas que ahora me desacreditan y expedientan, solicitando mi actuación y ayuda y dándome las gracias por no fallarles nunca, por estar siempre “operativa” y a disposición de la Organización.
Tras cuatro años como responsable de Organización y Finanzas, llegó la hora de un nuevo Congreso y debido, sobre todo, a diferencias insalvables (en cuanto al funcionamiento interno de la dirección, en cuanto a la transparencia de la información, en cuanto a la manera de llevar a cabo la acción sindical…) con el Secretario General de la FECCOOCyL, decidí presentarme como candidata a la Secretaría General. Esta decisión me supuso un desgaste ingente, que ha finalizado en una persecución sindical en toda regla.
Cuando un miembro de una organización como CCOO decide alzar la voz y debatir desde diferentes ópticas, cuando intentando cumplir lo que su máximo órgano de dirección ha decidido, cuando no duda en hacer cumplir un horario y un calendario laboral, se somete a una situación de acoso sistemático. Cuando el órgano superior de rama se dedica en sus ejecutivas a los expedientes en lugar de a la acción sindical, algo está fallando. Tengo el imponente récord de tener sobre mis espaldas la apertura de uno tras otro expediente disciplinario, con las consiguientes sanciones aplicadas.
En mi opinión, así no se hacen las cosas; el espíritu de alguien que milita en CCOO tiene que ser de trabajo y lucha, y eso es lo que llevo haciendo desde que decidí dedicarme al sindicalismo activo, al igual que cuando en el año 2012 salí elegida Secretaria General en el Congreso. Luchar contra la apatía, contra la resignación, contra la rutina que, muchas veces, aplasta a determinadas/os sindicalistas que han decidido que en el sindicato pueden hacer una vida que no podrían llevarla a cabo si estuvieran en sus centros de trabajo. Y llevar a cabo esa tarea no es popular, de hecho trae sus consecuencias cuando se juntan las fuerzas de las/os parásitos sindicalistas. En mi caso, la consecuencia final fue la dimisión en bloque de varios miembros de la Comisión Ejecutiva, dejando en bandeja la constitución de una gestora (en CCOO lo llaman dirección provisional, para que suene mejor). Una gestora que tenía un fin claro: deshacerse de las personas que les eran incómodas y preparar en un año y medio un Congreso que les permitiera seguir haciendo lo que han hecho hasta ese momento, es decir, NADA.
No bastaba, no obstante, con apartarme del cargo de Secretaria General ni con lograr, con artimañas políticas, lo que no iban a conseguir con un proceso congresual democrático. Es por ello que, desde noviembre de 2015, he sido víctima de un acoso sistemático e ilegítimo (como ejemplo puedo comentaros que, desde esa fecha, he recibido y sigo recibiendo uno o dos avisos de cartas certificadas y con acuse de recibo cada semana; comunicación de una apertura de expediente tras otra, de pliegos de cargos-todos ellos sin prueba alguna-, de propuestas de sanción, de imposición de sanciones…). Pero lo que no pensaban era que frente a la arbitrariedad, a la manipulación, al martillo pilón de burocracia sindical, está también la resistencia y la lucha legítima por los derechos que tanto ha costado obtener (tutela judicial efectiva y libertad sindical).
En la actualidad, tras la imposición de diversas sanciones, me encuentro en manos de los tribunales, habiendo tenido que presentar una y otra vez demandas por vulneración de mis derechos fundamentales. De momento espero la resolución de un recurso ante el Tribunal Supremo, basado en mi revocación como Secretaria General por el hecho de la autodisolución de la Comisión Ejecutiva (en mi defensa alego que la autodisolución del órgano de dirección, elegido en una urna, no puede suponer la revocación de la Secretaría General, órgano de representación elegido en una urna diferente). Es curioso resaltar que la actual ponencia estatutaria confederal propone la modificación de los estatutos en este particular, introduciendo un concepto nuevo: la relación “inescindible” entre la Comisión Ejecutiva y la Secretaría General; o cuando al hablar de supuestos de revocación de la/el Secretario General determina que “cuando la Secretaría General quede vacante por cualquier causa…”, cuando en los estatutos actuales habla de supuestos concretos como el fallecimiento, la dimisión, sufrir una incapacidad manifiesta o el estar inmerso en causas disciplinarias o de incompatibilidad (curiosamente yo no cumplía ninguno de esos supuestos).
También estoy pendiente de la celebración de un juicio contra dos de los expedientes sancionadores ejecutados. Estaba suspendida de derechos de afiliación durante 3 años pero, de momento, el juez ha suspendido cautelarmente estas sanciones al entender que se han vulnerado Derechos Fundamentales y de nuevo soy afiliada con plenos derechos.
Sigo recibiendo comunicaciones de propuestas de sanciones, pero esta situación no va a frenar mi lucha contra esta cegadora persecución. Espero poder participar en el proceso congresual (hasta ahora no me han dejado) y llevar mi voz a las compañeras y compañeros que siguen creyendo en que un sindicato de clase, CCOO, no puede solamente parecer democrático, participativo, reivindicativo, de hombres y mujeres, independiente…sino que tiene que serlo.
¡¡¡Ni me doblaron, ni me domaron, ni me van a domesticar!!!
Elena Fernández, exsecretaria general de Enseñanza de CCOO Castilla y León