Luchar contra el machismo es hacerlo contra la opresión capitalista

La gangrena de la violencia machista no hace más que extenderse. En lo que llevamos de año 48 mujeres han sido asesinadas, y las denuncias por agresiones sexuales y abusos en los centros de trabajo se han disparado. Una violencia que refleja en primer lugar la descomposición del capitalismo y los efectos de las políticas de austeridad y de recortes, que se ensañan con los sectores más oprimidos. Violencia y barbarie, eso es lo que nos ofrece el régimen de los grandes empresarios. Lo vemos en las dramáticas imágenes de los miles de hombres, mujeres y niños refugiados que intentan alcanzar las fronteras de Europa, y en como les tratan los gobiernos de la UE: con gases lacrimógenos y porrazos, con vallas y muros, con campos de internamiento en condiciones infrahumanas. Lo comprobamos todos los días en nuestros barrios, cuando la tasa de pobreza se sitúa ya en el 25% de la población, en los miles de desahucios, en los millones de desempleados, en la precariedad. Y por supuesto contra la mujer trabajadora, víctima de una doble opresión de clase y de genero.

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Esta violencia institucional contra las mujeres revela la hipocresía del gobierno del PP, de la justicia, de los medios de comunicación. Todos se llenan la boca con frases de “solidaridad” e “indignación” cuando una mujer es asesinada. Pero todos callan cínicamente cuando estos casos rebelan la incompetencia de la justicia, la desidia de la policía, y una legislación reaccionaria que amputa los derechos de todos, y especialmente los de la mujer trabajadora.

Con el PP los atropellos a los derechos de las mujeres ha sido el pan de cada día. El gobierno de Rajoy ha recortado en un 26% el presupuesto del Estado para prevenir la violencia machista: de los 34,3 millones de euros de 2010 se ha pasado a 25,2 millones para 2016. Lo mismo ha hecho con los fondos destinados el programa para fomentar la “igualdad de oportunidades”: se ha recortado un 46% desde 2010 hasta situarse en 19 millones de euros. Datos que desmienten rotundamente la demagogia del Ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, que no ha dejado de insistir en “la fuerte posición de nuestro Gobierno contra la violencia de género”.

Pero no sólo se trata de recursos. La derecha emprendió una reforma reaccionaria de la ley del aborto, siguiendo las directrices de la conferencia episcopal y de las asociaciones opusdeistas, que colocaba a la mujer en condiciones de máxima indefensión y opresión. La lucha masiva contra esta ley regresiva, que acabó con la dimisión del nefasto Ruiz Gallardón, no impidió que se mantuviera el articulado contra el derecho de las jóvenes menores de 18 años a decidir su maternidad. ¡Cuanta hipocresía!

El mismo gobierno que niega una enseñanza sexual en los institutos para combatir la violencia machista, y que las jóvenes puedan decidir cuando y como quieren ser madres, se propone aprobar la FP de “actividades domésticas y limpieza de edificios”. Después de la dictadura franquista, nuestras abuelas y madres tuvieron que dar una batalla brutal en las calles y en las empresas para obtener la plena autonomía jurídica y laboral, el derecho al divorcio, o al aborto. Ahora se pretende devolvernos al lugar en el que el franquismo nos colocaba: dentro de las cuatro paredes de la casa, como “sostén” de la familia y privadas de independencia y libertad para poder trabajar, organizarnos y realizarnos plenamente como cualquier otra persona ¿Es así como la derecha previene la violencia machista contra las mujeres?

Recortes y violencia machista

No hay que engañarse. Si la desigualdad entre hombres y mujeres es el santo y seña del régimen capitalista, ahora fruto de los recortes y el empobrecimiento generalizado, la brecha no hace más que profundizarse. Según datos oficiales 5,7 millones de trabajadores ganan menos de 600 euros al mes. Pero las mujeres trabajadoras, todavía se ven más discriminadas: ganan de media un 19,3% menos que sus compañeros. Las mujeres sufren las peores condiciones en los centros de trabajo, son las primeras en ser despedidas. Pero no es sólo eso.

El PP se ha dedicado a privatizar escuelas infantiles, quitar becas de comedor, aprobar reformas laborales que disparan el paro y precarizan el empleo golpeando de forma especial a las mujeres. También ha eliminado en la práctica la ya de por sí insuficiente ley de dependencia, lo que hace que seamos las mujeres de familias trabajadoras las que cumplamos en casa el papel que debería cubrir el sector público.

¿Acaso no son estas condiciones de degradación social las que generan el caldo de cultivo idóneo para que las agresiones contra las mujeres trabajadoras se disparen?

El capitalismo es responsable

La lucha contra la violencia machista es también la lucha contra el capitalismo. Una y otra son inseparables. Es un mismo combate para lograr unas condiciones dignas de trabajo, de estudio, de maternidad, de vida, por las que el conjunto de la clase trabajadora y de la juventud también debe pelear. Unos derechos que siempre estarán amenazados por el sistema y sus defensores, por la moral cínica de la Iglesia, por todos aquellos que ven en la explotación sexual un negocio sabroso, y que ahora pretenden legalizar la prostitución para hacer caja con la misma “respetabilidad” que otros “emprendedores”.

La lucha de la mujer trabajadora nos implica a todos. Y también requiere poner encima de la mesa un programa de clase, de izquierdas consecuente. No queremos ser espectadoras pasivas de nuestra emancipación. Por eso rechazamos la desmovilización y la paz social, pues es precisamente esa política llevada a cabo por las cúpulas sindicales, firmando malos convenios, aceptando Eres y despidos masivos, la que más nos perjudica. No queremos limosnas, ni sentimentalismo. Queremos derechos, queremos una vida decente, queremos un futuro digno en una sociedad libre, algo imposible bajo este sistema opresivo.

¡Frente a la violencia machista, organización y lucha contra el capitalismo, sus leyes y sus gobiernos!

 

 


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