¡Basta de contemporizar con el gobierno: hay que pasar a la acción!
A principio de este mes, el gobierno del PP dio un nuevo hachazo al fondo de reserva de la Seguridad Social, conocido popularmente como la hucha de las pensiones. La cantidad sacada asciende a 8.700 millones de euros, la mayor de todas. Restan en el fondo otros 25.176, lo cual quiere decir que, con otras tres retiradas como esta, la hucha se habrá quedado vacía.
El Partido Popular lo justifica diciendo que la Seguridad Social tiene déficit porque se gasta en pensiones más de lo que se ingresa en cotizaciones por los trabajadores en activo y que, por tanto, es natural echar mano del fondo de reserva, que precisamente se constituyó para situaciones como la actual. Efectivamente, los ingresos por cotizaciones no llegan a los 8.600 millones de media mensual, lo cual quiere decir, en números redondos, que sólo cubren doce de las catorce mensualidades a que tienen derecho los pensionistas. Por tanto, la “solución” que le da el PP al problema parece natural. El detalle radica en que lo que no es natural es cómo hemos llegado a esta situación.
Un saqueo para beneficiar a los empresarios
Durante los años de vacas gordas, el superávit de la Seguridad Social fue utilizado, además de para nutrir el fondo (que alcanzó su máximo en 2011, con 66.815 millones), para todo tipo de bonificaciones y subvenciones a las empresas, como la tarifa plana de 100 euros para nuevos contratos indefinidos. La excusa era que sobraba dinero, y también esa versión neoliberal del cuento de la lechera de que si a los empresarios les sale más barato contratar, entonces contratarán más, así habrá menos paro, etc., etc. En otras palabras, las cotizaciones acabaron engrosando los beneficios empresariales.
Pero llegó la crisis, y con ella el paro masivo. Así, 2010 fue el último año en que el fondo recibió aportaciones. Y en 2011, lo recaudado por cotizaciones dejó de cubrir el gasto en pensiones. Viendo una oportunidad de oro, un año más tarde el PP empezó el saqueo. En estos cuatro años retiró un total de casi 55.000 millones de euros del fondo de reserva:
Año Millones retirados
2012 7.003
2013 11.648
2014 15.300
2015 11.500
2016 8.700
El saqueo alcanza tal magnitud, que ha hecho añicos las perspectivas para el fondo de hace sólo un año. El 19 de mayo de 2015, El País publicó la siguiente noticia: “La hucha de las pensiones se agotará en 9 años”. Apenas un año más tarde, la perspectiva es que se agote en año y medio.
Estos datos hay que complementarlos con otro: dada la caída generalizada de los salarios y la creciente extensión de los contratos a tiempo parcial, el ingreso por cotizaciones no es que aumente menos que el gasto en pensiones, es que disminuye. El número de trabajadores de alta en la Seguridad Social en 2010 y 2015 fue casi igual. Pero en 2015 los ingresos por cotizaciones descendieron un 4’7% respecto a 2010: 5.000 millones menos. Por el contrario, el importe de las pensiones contributivas creció un 13% entre 2010 y 2015 (12.400 millones más), producto de que empiezan a llegar a la jubilación generaciones que cogieron años, como los de la Transición, de importantes avances del movimiento obrero en múltiples terrenos (también el salarial) y que, por tanto, tienen cotizaciones más altas que las generaciones precedentes. Esta tendencia cualitativa se verá muy reforzada por el incremento cuantitativo derivado de que en muy poco tiempo va a acceder masivamente a la jubilación la generación del “baby boom” de los años del llamado desarrollismo franquista. En otras palabras, pudiéramos decir que la Seguridad Social afronta una “crisis de las tijeras”: los ingresos bajan y los gastos suben.
Por otro lado, a medio plazo hay otro hito relevante: en 2019 está previsto que entre en vigor el llamado factor de sostenibilidad, establecido en el pacto de recorte de las pensiones firmado por Zapatero y las direcciones de CCOO y UGT a principios de 2011. Este factor de sostenibilidad implica que el cálculo del importe de las pensiones tendrá en cuenta la esperanza de vida, la evolución de los salarios y la situación contable de la Seguridad Social. Además, el factor de sostenibilidad se revisará cada cinco años. Traducción: los futuros pensionistas cobrarán mucho menos.
Los frutos de la estrategia de desmovilización y paz social. ¡Hay que cambiar el rumbo!
Toda esta situación es una bomba de relojería que podría perfectamente dar lugar a una explosión social incluso aunque las direcciones confederales de CCOO y UGT sigan haciéndole al futuro gobierno los mismos favores que le hicieron a Rajoy en estos últimos años. Por eso el PP está ahora tan interesado en un gobierno de gran coalición.
GanemosCCOO rechaza todo nuevo recorte a las pensiones. Los años de crisis han provocado un aumento de la desigualdad social a través del incremento de la concentración de riqueza en manos de la minoría privilegiada. Es esta minoría, que se benefició cuando la Seguridad Social tenía superávit, la que tiene ahora que cubrir el déficit. Por tanto, son las empresas las que tienen que cubrir ahora el déficit, bien sea a través de una subida de las cotizaciones empresariales o bien a través de una subida del impuesto sobre los beneficios.
El saqueo de la hucha de las pensiones es un movimiento calculado por parte de la derecha para abocar a la Seguridad Social a una situación límite. No es verdad que no haya dinero. No aceptamos este argumento. Lo hay, y mucho, más que nunca en la historia de la humanidad, pero está cada vez peor repartido. El problema es la decisión política de empobrecer de manera generalizada a la clase obrera.
El 29 de marzo de 2012 hubo una huelga general contra la reforma laboral del PP. El lema de aquella huelga fue “Quieren acabar con todo”. Y cuatro años más tarde, lamentablemente hay que decir que están acabando con todo. Pero si los empresarios, si el gran capital, están arrasando con los derechos y las conquistas de los trabajadores, si la clase obrera está sufriendo un retroceso histórico en sus condiciones de vida y trabajo, también es porque quien tiene la responsabilidad de organizar la resistencia a los ataques —las direcciones confederales de los sindicatos— están desaparecidas, y no precisamente en combate. Y las pocas veces que aparecieron en estos últimos años, casi hubiera sido mejor que no lo hubieran hecho, porque fue para hacerse fotos con el Partido Popular.
El futuro de las pensiones es un tema decisivo. Pero no sólo por la calidad de vida de los pensionistas, sino también porque las pensiones son hoy un ingreso fundamental para millones de familias obreras, y para trescientas mil de ellas, el único ingreso. La dirección confederal de CCOO no puede seguir en esta pasividad cómplice de los últimos tres años. Que tome nota de la lucha del movimiento sindical francés contra la reforma laboral en aquel país, que demuestre que su participación (en la persona de la secretaria confederal de Internacional) en la gran manifestación del 14 de junio en París no fue un gesto hipócrita de cara a la galería. CCOO debe convocar movilizaciones en contra de todo nuevo recorte de las pensiones y en demanda de medidas que hagan que el peso de la crisis recaiga sobre quienes más tienen. Éste es el paso necesario hacia movilizaciones contundentes, incluida una gran huelga general, que frene este saqueo.