En el seno de la CGT francesa también han surgido voces oponiéndose a la deriva de pactos sociales firmados por la dirección del sindicato y el gobierno de Hollande, y de indignación por los escándalos de corrupción en los que se ha visto involucrada parte de la dirección confederal. Publicamos a continuación un resumen en castellano, realizado por nuestro compañero José María Alfaya, de un documento publicado por un grupo de dirigentes de la CGT al respecto
Documento Pour defendre la CGT (PDF) | Entrevista con el secretario general del comité regional de la CGT Centro (PDF)
En la CGT francesa se están viviendo problemas graves, como nunca en su historia. No estamos solamente ante problemas de mal funcionamiento sino ante una grosera violación de las reglas de comportamiento ético de la CGT. Los principios y valores que forman la identidad y han hecho grande a la CGT se han visto ensuciados por una práctica irresponsable, ajena a la concepción de un sindicalismo de clase forjado desde hace más de un siglo a base de abnegación, dedicación y compromiso. Los dirigentes y militantes que han protagonizado estos problemas y los que han consentido estas malas prácticas deben abandonar inmediatamente y colectivamente las responsabilidades que les fueron confiadas.
Deben rendir cuentas a quienes asumen la representatividad de la CGT en el día a día, tanto en las empresas como al lado de los parados, los jubilados, a todos los que tienen la tarea de hablar cada día en nombre de la CGT y deben explicar cómo y por qué todo esto ha sido posible.
Estos problemas no van a arreglarse a través de la rivalidad de clanes, o mediante estériles luchas de “aparato” y entre dirigentes que no han cumplido con sus obligaciones y responsabilidades y han escogido vivir al margen de la realidad de los trabajadores. No debe haber derechos para unos y obligaciones para los demás. Los que han sido elegidos como dirigentes deben dar ejemplo en su compromiso. Esta crisis, que muchos presentían, no va a resolverse reemplazando a algunas personas.
No tomar decisiones evidentes en su necesidad agrava el descrédito, debilita a la CGT y pone en entredicho su prestigio en el sindicalismo francés, en el ámbito internacional y pone en peligro su propia existencia. Los asalariados con trabajo, los parados, los jubilados, que tanta necesidad tienen de organizarse y de luchar por sus derechos, pagarán el precio. La patronal y el Gobierno encuentran la ocasión de arremeter contra el mundo del trabajo, de actuar con las manos libres contra los sindicalistas, en las empresas...
¿No estamos ante el resultado de una ruptura con lo que era la CGT? ¿No es el resultado de una capitulación que ha contribuido a desmovilizar, a desarmar y a desmoralizar a los propios militantes y trabajadores...? La negociación en detrimento de la acción, las garantías ofrecidas a la patronal y al Gobierno, la institucionalización, la burocratización del aparato confederal y de su dirección han contribuido, por sus orientaciones, al desenganche de la CGT tanto de las luchas como de la necesaria solidaridad con los que resisten...
Los compromisos, los equívocos y el rechazo al debate sobre las posiciones establecidas en los casos de Libia, Siria y Gaza, la ausencia de apoyo a los combatientes de Kobane... el desprecio o la ignorancia de las experiencias que se desarrollan en América Latina han afectado (negativamente) la imagen internacional de la CGT.
El alineamiento con las concepciones reformistas del sindicalismo europeo procede de la misma tendencia a la institucionalización y al abandono de un sindicalismo de lucha de clases...