¡Basta de chantajes a los trabajadores de Navantia!

El lunes 3 de septiembre trascendió públicamente que el Ministerio de Defensa tenía la intención de cancelar la venta a Arabia Saudí de 400 misiles laser que iban a ser empleados en la guerra de Yemen. Es de sobra conocido que el gobierno saudí está masacrando a la población civil yemení, incluido la matanza de cientos de niños, como en el ataque aéreo de mediados de agosto contra varios buses escolares. El régimen saudí es una dictadura reaccionaria aliada del imperialismo estadounidense en Oriente Medio que siempre ha destacado por su opresión brutal contra la mujer. La monarquía saudí ha sido denunciada sistemáticamente por ser la fuente de financiación más importante del fundamentalismo islámico y del terrorismo yihadista, especialmente del Estado Islámico, que ha perpetrado todo tipo de matanzas y barbaridades en Siria e Iraq y cometido en Europa atentados que se han cobrado la vida de muchos inocentes.

La respuesta saudí al anuncio del gobierno fue amenazar con anular el contrato con Navantia para construir cinco corbetas. Desde ese momento, los trabajadores de Navantia, tanto de la principal como de la industria auxiliar, estamos siendo víctimas, sobre todo en la Bahía de Cádiz, de un chantaje político absolutamente intolerable por parte de los dirigentes sindicales, que exigen que se vendan las bombas a la dictadura saudí como única alternativa para “defender los puestos de trabajo”, o de representantes políticos de izquierdas que nos dan a elegir “entre el pan y la paz”.

Luchar por carga de trabajo digna y duradera

El gobierno de Pedro Sánchez es el que tiene la responsabilidad de garantizar la carga de trabajo si los saudíes rescinden los contratos de las corbetas, con la aprobación inmediata de la segunda serie de los Buques de Acción Marítima para la factoría de San Fernando y del quinto petrolero para la de Puerto Real. Es el gobierno del PSOE, y sus aliados parlamentarios de Podemos, los que pueden movilizar los recursos para garantizar carga de trabajo digna y duradera a los astilleros.

Y que no nos vengan con el discurso de siempre de que no hay dinero. Aquí se han gastado, y se siguen gastando, cientos de miles de millones de euros en salvar bancos privados, en rescatar autopistas privadas, en exenciones fiscales, rebajas de la cuota patronal a la Seguridad Social y subvenciones a las empresas privadas; en una amnistía fiscal (que este gobierno mantiene) para los defraudadores millonarios, etc. Mientras, las empresas públicas, como Navantia, son sometidas a procesos de privatización, ya sea directa (venta) o indirecta (subcontratación).

Los trabajadores de Navantia tenemos que reivindicar una empresa pública con empleos dignos y un futuro a largo plazo, que pasa por la diversificación y por recuperar en serio la construcción naval civil mediante medidas como la modernización de las flotas mercantes (como se hace con los coches) o la construcción de una flota pública de buques que resuelvan la gravísima contaminación marina por plásticos o de buques de salvamento marítimo, para evitar la tragedia que miles de personas refugiadas están sufriendo en el Mediterráneo, tragedia que las bombas que se le venden a países como Arabia Saudí contribuyen a generar y agravar.

Luchemos por la carga de trabajo, pero acabando con el chantaje al que estamos sometidos. Queremos pan y también queremos paz. Esta es la posición que deberían defender las llamadas organizaciones del cambio y sus representantes, como Kichi, el alcalde de Cádiz. La resignación nunca nos ha solucionado ningún problema a los trabajadores. Optar por el “mal menor”, por el “realismo”, aunque eso suponga ponernos una soga al cuello y sembrar el camino de nuestra derrota y de los que vienen detrás, es la opción de quienes abandonaron la lucha.

Basta de chantajes a los trabajadores

Los trabajadores del sector naval debemos luchar para defender todos los empleos, pero desde una posición de clase independiente, negándonos a convertirnos en los palmeros de las atrocidades que los gobiernos imperialistas y sus aliados cometen contra los pueblos del mundo.

A los trabajadores se nos ha puesto una pistola en la cabeza para que apoyemos la política exterior del PP, que en esencia el PSOE continúa. En este caso, el armar a un régimen totalitario como el saudí para que perpetre un auténtico genocidio contra el pueblo yemení. Es más, está demostrado que parte de las armas que los saudíes adquieren van directamente a las organizaciones terroristas fundamentalistas.

La hipocresía del PP y de los dirigentes del PSOE no tiene límites. Por un lado, se “lamentan” de las masacres contra la población civil, condenan con lágrimas de cocodrilo los atentados terroristas y organizan actos de solidaridad con las víctimas. Por otro, contribuyen activamente a armar a regímenes dictatoriales genocidas que, a su vez, amparan y financian a los grupos terroristas internacionales más sangrientos.

Los trabajadores de Navantia debemos rechazar con contundencia esta hipocresía y el chantaje al que nos someten, y denunciarlo enérgicamente.

Trabajadores de la principal y las auxiliares unidos

A los trabajadores sí nos debe importar que bombardeen a personas como nosotros, a familias trabajadoras, en Yemen o en cualquier otro lugar del mundo. No somos indiferentes a situaciones así y rechazamos enérgicamente el falso dilema de elegir entre “pan o paz”. Nuestro objetivo es luchar por conseguir carga de trabajo, pero también un empleo digno y estable, acabando con la precariedad y las condiciones de sobreexplotación de miles de compañeros en las auxiliares, y denunciando el lodazal de corrupción que generan contratos como el saudí, con su corte de comisionistas tipo Corinna o Juan Carlos I que parasitan a la clase obrera y saquean las arcas públicas con total impunidad, protegidos por el gobierno, el parlamento y sus leyes.

En este sentido, es completamente lamentable lo que están planteando los dirigentes de CCOO y UGT de Navantia San Fernando. Ahora parecen muy preocupados por el futuro de todos los empleos. Pero, hace muy poco, el comité de empresa de San Fernando, con su presidente a la cabeza, junto al resto de los dirigentes de CCOO y UGT, actuó como un esquirol haciendo un frente común con la patronal contra la gran huelga general del metal en la bahía de Cádiz del pasado 13 de junio. Esta huelga, convocada por la Coordinadora de Profesionales del Metal y apoyada por la Confluencia sindical, tuvo como detonante la muerte en un accidente laboral de dos trabajadores de una empresa auxiliar y, además del cumplimiento del convenio provincial, especialmente en lo referente a la seguridad, reivindicaba más carga de trabajo.

Como a los empresarios, a estos dirigentes “sindicales” en realidad les preocupan muy poco las condiciones de explotación que sufren los trabajadores de compañías, como sus hechos demuestran. La venta de buques de guerra a un estado dictatorial y genocida, no es la única alternativa. Si los dirigentes sindicales de CCOO y UGT se aferran a estos contratos es consecuencia de haber abandonado la lucha por carga de trabajo digna, y por todo lo demás, hace ya mucho tiempo.

Los trabajadores, todos juntos y unidos, principal y auxiliares, tenemos la fuerza para imponer al gobierno un plan de construcción naval en la línea del planteado más arriba, un modelo de empresa pública sin subcontratación ni precariedad, la incorporación de los trabajadores de contratas a la principal o el cumplimiento de la normativa de seguridad laboral para acabar con las muertes en los tajos.

El rotundo éxito de la huelga general del metal en la Bahía de Cádiz del pasado 13 junio es una prueba contundente de que, utilizando los métodos del sindicalismo de clase, combativo, asambleario y democrático, dando todo el protagonismo a los trabajadores y confiando sólo en nuestras fuerzas, podemos defender nuestros empleos y los de todos sin tener que elegir entre la peste y el cólera.


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