“Para no tener miedo hay que luchar (…) No queremos ser invisibles”
La asamblea fundacional de la asociación de aparadoras y trabajadoras del calzado se celebró el 20 de abril en el centro social Francesc Cantó a las 19:30 horas. A la misma asistieron unas 70 mujeres y algunos hombres, maridos e hijos, que acudieron en silencio a apoyarlas. La mayoría de estas mujeres se encuentran entre los 45 y 65 años, hay apenas 4 o 5 mujeres jóvenes.
La charla comienza de la mano de Inma, que hace de moderadora de la reunión y explica los puntos que se van a tratar en la misma:
1- En qué consiste la asamblea.
2- Cuáles son los motivos de la fundación de la asociación y sus objetivos.
3- Aprobar el manifiesto.
4- Turnos de palabra.
Así mismo se indica que el próximo 4 de mayo tendrá lugar la próxima reunión para crear comisiones de trabajo: redacción de estatutos, de publicidad, entre otras que puedan surgir.
Los puntos 1 y 2 se dan consecutivamente mediante la lectura del manifiesto, en el que se explica el contexto económico y social en el que se ha desarrollado la industria del calzado. Elche es una fábrica en la que el 88% del trabajo (relativo al calzado) se produce en la economía sumergida, más de 7.000 mujeres y 1.200 hombres trabajan en negro. El trabajo de las aparadoras se realiza en unas condiciones muy duras: precariedad, enfermedades no reconocidas y bajo amenazas de los empresarios, además de una alta competitividad entre las propias trabajadoras generada por el miedo. Este modelo de producción se desarrolló principalmente en la década de los 70 del siglo pasado en Elche, lo que significa que la mayoría de estas mujeres llevan soportando estas condiciones alrededor de 40 años.
La necesidad de organización surge con la idea de poder visibilizar su situación, de combatir este modelo de producción desde la colectividad y generar redes no sólo entre las propias aparadoras, sino con todas las trabajadoras asociadas a la producción del calzado que sufren el mismo tipo de condiciones, así como con otras organizaciones que compartan objetivos y experiencias similares con el fin de poder combatir los ataques de los empresarios y de los gobiernos de turno.
No es la primera vez que intentan constituirse en asociación. Hubo otros intentos, en los años 80 y en los 90, sin embargo no lograron el desarrollo necesario y acabaron por desaparecer. Los representantes de los sindicatos mayoritarios en ningún momento han hecho un esfuerzo por recoger sus demandas y, por supuesto, los gobiernos han hecho lo posible por mantener el modelo de producción. Solamente de vez en cuando, mandaban a la policía para cerrar algunos talleres clandestinos sin dar ningún tipo de solución al problema y generando aún más desgracias para las mujeres que en cada respectivo taller eran denunciadas o abandonadas al paro.
Llevan muchos años visualizando la asociación pero ha sido el movimiento del 8-M a nivel estatal lo que les ha dado fuerzas para dar el paso.
El manifiesto queda aprobado unánimemente. El turno de palabra se desarrolla durante el resto de la asamblea y varias compañeras piden la palabra para contar sus experiencias:
- Isabel. Habla sobre la sensación de cansancio en la que vive ella como tantas otras, es consciente de la riqueza que han generado para la ciudad de Elche, sin embargo su situación laboral nunca ha mejorado, más bien todo lo contrario, cada vez va a peor. Por eso hace referencia a las Kellys, si ellas pueden nosotras también. Quiere que las aparadoras dejen de ser invisibles.
- Aurora. Explica cómo en la mayoría de los casos no se puede denunciar las condiciones laborales por miedo a quedarse sin trabajo, es por esto por lo que quiere que la asociación sea una herramienta para defender a las trabajadoras y combatir, en grupo, las amenazas de los empresarios.
- Otra compañera. Muestra preocupación por cómo mantener económicamente la asociación. Será necesario un local, ¿cómo lo mantendremos? ¿De dónde vamos a sacar el dinero? También plantea que los políticos tienen una obligación con ellas, ¿cómo se van a gestionar las demandas con ellos? Finalmente explica que en el año 1977 las mujeres cobraban una paga de 426 euros por haber trabajado antes del 67 en el sector, sin embargo ahora no existe una ayuda de ese tipo para las aparadoras que han trabajado pero que no tienen nada o casi nada cotizado. Por esta razón expone que los políticos deberían tener una representación en la asociación.
- Inma, la moderadora. Le responde que entiende que todas ellas son personas políticas, que el próximo día 4 se crearán las comisiones de trabajo, en las que precisamente se hablará sobre cómo abordar la comunicación con los partidos, pero enfatiza que el objetivo de la asociación es que se encuentre formada sólo por mujeres trabajadoras del sector del calzado que, como colectivo, se van a representar a sí mismas.
- Isabel. Explica que el dinero no ha sido un problema para juntar a las más de 70 compañeras este día, se verán soluciones más adelante. En cuanto a los políticos, no los queremos en la asamblea porque precisamente queremos ir a por ellos. Tampoco queremos representantes de sindicatos mayoritarios, queremos ser independientes.
- Luz. Destaca la necesidad de unirse. Sólo cuando tengamos fuerza nos escucharán.
- Marisol. Cuenta con más detalle su experiencia laboral. Con tan sólo 11 años empieza a trabajar en un hueco de la escalera de una fábrica donde se dedica a bajar cremalleras, lo que recuerda como un esfuerzo brutal que le provocaba sangre en las manos. Explica que, tanto ella como las demás, aprenden solas la profesión, no existen cursos reglados ni tampoco está reconocido como tal en la seguridad social. Tras 19 años trabajando le ofrecieron su primer contrato en el año 1976, un contrato temporal de 6 meses. Más tarde entra en otra fábrica, trabajando a destajo. El encargado se da cuenta de que es una trabajadora muy eficiente así que la pasa a trabajar a jornal, de esta manera Marisol llega a cobrar ¡menos de la mitad de lo que ganaba! Lo denuncia y se queda sin trabajo. Finalmente, ya casada y con hijos decide iniciar su vida laboral en casa, en un espacio reducido, trabajando un sinfín de horas prácticamente todos los días de la semana por un salario y unas condiciones míseras. Hoy en día tiene problemas de salud derivados del trabajo, pero ha cambiado de profesión, trabaja en un geriátrico, y ha conseguido mejorar su situación.
- Compañera. Resalta las contradicciones que se dan en la profesión, hay talleres en los que les dan de alta mientras que en muchas fábricas no. En algunas fábricas muchas compañeras no pueden vestir de uniforme, con la ropa de calle a mano, porque en caso de una inspección pueden argumentar que están de visita a sus familiares que sí que tienen contrato en la misma fábrica. Las puertas traseras se encuentran abiertas, no para fumar sino para poder escapar.
- Compañera. Se trabaja más de 12 horas diarias mientras se educa una familia, esto nos obliga a llevarnos el trabajo a casa y trabajar sin estar dadas de alta. Al final trabajamos más de 14 horas al día no sólo en la faena, también en las labores de casa, llegando al punto en que realizamos durante las horas de la noche aquellas tareas laborales que no hacen ruido para alcanzar la productividad que se nos exige.
- Compañera. También lleva más de 40 años, habiendo estado 20 de encargada, y no tiene nada, absolutamente nada, cotizado. Tiene familia. Explica que no existe ninguna vía aceptable, tanto si eres trabajadora como autónoma, te enfrentas a la miseria. Cuenta cómo las empresas importantes realizan pedidos a los talleres bajo condiciones de explotación y estos, a su vez, continúan la cadena explotando a las aparadoras. En la actualidad los pedidos grandes se realizan a los talleres chinos, clandestinos también, mientras que a los talleres sólo se les ofrece la morralla. Como los precios bajan, las condiciones empeoran para todos, también para el empresario y el dueño del taller. Sugiere que el empresario y el dueño del taller padecen por no poder pagar a sus trabajadores lo que deberían.
- Compañera. El problema es que las empresas grandes son las que dan trabajo a los talleres y estos deben sobrevivir con los precios que las empresas les marcan. La economía sumergida es por tanto una consecuencia de que los talleres no pueden hacer frente a los pagos de la seguridad social por culpa del “precio par”.
Al frente, una compañera alza la voz.
- Compañera. De ninguna manera cree que el dueño de Zinda, Kalmoda, Couple, así como otras grandes marcas padezca porque no pueda pagar a sus trabajadoras. Pena ninguna al empresario. Sobre los políticos opina que en esta primera asamblea sobran.
- Compañera. Si se disculpa al empresario o al jefe, entonces es necesario un cambio de mentalidad. Hemos normalizado el maltrato laboral, no se puede de ninguna manera justificar nuestras condiciones apelando a que la rueda de la economía afecta a todos. Sólo estamos pidiendo lo que es nuestro, ¿acaso no se le paga al médico lo suyo?
- Compañera. Más de 30 años trabajando y sin embargo sólo tiene 15 cotizados; las rodillas y las manos hechas polvo y necesita pastillas para aguantar el trabajo. Siente el miedo entre las compañeras pero cree que es necesario salir a la calle y pedir sus derechos, que no se trata de luchar por la liberación del trabajo en sí, el trabajo nos gusta, lo que queremos es luchar por unas condiciones justas, por nuestros derechos y por terminar con las amenazas y el bullying.
- Compañera. Clama que no hay que tener miedo, que ella percibe el miedo, pero no sólo en las aparadoras, también en las envasadoras, en las rebajadoras, las dobladoras, etc. Es necesario apoyarse para que las que no se deciden salgan del susto.
- Trabajadora de Zinda. Lleva más de 17 años trabajando para dicha empresa en casa. Un día exige un contrato y literalmente se ríen de ella. Más tarde, pide que se le aumente el sueldo y tampoco se lo conceden. Sin embargo, declara, el jefe se compró un coche nuevo. ¡¡Son todos unos estafadores!!
- Trabajadora de un taller. Explica que tras 40 años de trabajo, habiendo comenzado a los 13, sólo tiene 3 años cotizados. Cuenta como al trabajar para uno de los talleres le hicieron un contrato fijo discontinuo, sin embargo a las dos semanas le echan. Cuando se dirige al paro se da cuenta de que les daban de alta el lunes y el resto de la semana les daban de baja. Cuenta que no pudo denunciar esa situación porque las compañeras no le iban a seguir en la denuncia.
- Tere. Expone que tienen miedo ante los medios de comunicación. Ellas saldrán en los medios, se verán sus nombres y sus caras.
- Manoli. Explica que sí, hay mucho miedo en la fábrica, se vive bajo el miedo continuamente. El problema es precisamente que no somos poderosas, por eso hay que organizarse.
- Compañera. Argumenta que del miedo no se come. Para no tener miedo hay que luchar, por eso es necesaria la organización. De esta manera, tras cada despido nos encontraremos todas con el respaldo y la fuerza de la asociación.
- Compañera. Admite el miedo y explica que es necesario atraer a más compañeras jóvenes.
- Compañera joven. De las pocas de la asamblea, muestra su falta de miedo y su compromiso con la asociación, así como las ganas de luchar por sus derechos.
Y con este ambiente y esta decisión se termina la asamblea.