La lucha de Mercedes se ha convertido en una auténtica rebelión obrera tanto contra la ofensiva y arrogancia de la patronal como contra la estrategia de sumisión, concesiones y paz social impulsada por las direcciones de UGT y CCOO. Una rebelión que ha demostrado la enorme determinación y fuerza de la clase trabajadora cuando se pone en marcha.
A pesar de la campaña de criminalización lanzada por el Gobierno Vasco y los medios de comunicación; a pesar del chantaje y las amenazas del Director General, Emilio Titos, señalando que el NO al acuerdo sería “claramente una apuesta hacia el precipicio y el inicio del fin del crecimiento de esta fábrica”; a pesar de la campaña generalizada de miedo y mentiras de los dirigentes de UGT, CCOO, Ekintza y PIM firmantes del Acuerdo… a pesar de todos estos obstáculos, los resultados del referéndum organizado por la empresa, con muy escasas garantías democráticas, han supuesto un varapalo para la multinacional y los sindicatos firmantes y un paso adelante para la plantilla y para un sindicalismo de clase, democrático y combativo. Así lo señalaban también ELA, LAB y ESK en su comunicado tras la celebración del referéndum.
Un ejemplo de lucha y determinación
Aunque el SI ha cosechado el 57% de los votos frente al NO, con una participación del 94%, la realidad es que entre las y los trabajadores de taller, los que participan directamente en la producción, los que son decisivos a la hora de hacer funcionar la fábrica, ha ganado el NO: 1.807 noes frente a 1.639 síes. Justo lo contrario de lo ocurrido en oficinas, donde el SI se ha impuesto por 502 votos frente a 52, incluyendo a decenas de altos cargos y directivos.
Es evidente que muchos trabajadores que han votado SI lo han hecho bajo una tremenda presión y con una pistola apuntándoles en la sien. Trabajadores que no dudaron en sumarse una tras otra a las jornadas de huelga impulsadas por ELA, LAB y ESK, y a las asambleas y manifestaciones, garantizando el éxito de la huelga y la completa paralización de la producción. El seguimiento de las huelgas ha sido sin duda el mejor termómetro del verdadero sentir de la plantilla.
Otro aspecto que también ha pesado entre muchos trabajadores que sí han estado en la batalla y han votado SI, han sido los logros arrancados a la patronal, consecuencia directa de las huelgas convocadas por ELA, LAB y ESK, y que los sindicatos pro empresa firmantes del acuerdo boicotearon desde el primer día. La retirada de la sexta noche, la subida salarial completamente insuficiente pero por encima de lo que ofrecía inicialmente la patronal, o los 400 eventuales que pasarán a ser indefinidos… todo esto habría sido imposible sin las contundentes huelgas y movilizaciones de la plantilla. ¡Es una conquista de todos los trabajadores que han luchado y de los sindicatos que sí han combatido!
El aparato burocrático de UGT Y CCOO al servicio de Emilio Titos
Durante más de dos décadas, especialmente tras la crisis de 2008, tanto UGT como CCOO y PIM (sindicato amarillo) han utilizado sus posiciones mayoritarias en el comité de empresa para ceder a las pretensiones de la patronal: aceptando el trabajo la noche de los sábados, que introdujeron con la firma del Convenio de 2017, introduciendo más flexibilidad y contratos basura, o fomentando la discriminación entre trabajadores mediante dobles escalas salariales. Una estrategia en línea con el sindicalismo de desmovilización y de acuerdos podridos con la patronal que practican día a día los dirigentes de UGT y CCOO.
Con estos precedentes, la dirección de la empresa decidió dar una nueva vuelta de tuerca, pretendiendo introducir la sexta noche de trabajo y subidas salariales irrisorias: 0% en 2021, a cambio de una paga única no consolidable de 2.000 euros brutos, el 5% en 2022 y un 2% anual los siguientes 4 años. Esta propuesta suponía una pérdida salarial de más de 10.000 euros por trabajador. Sin embargo, cometieron un grave error. Creyeron que la plantilla tendría la misma actitud sumisa y dócil de los dirigentes de UGT, CCOO, Ekintza y PIM. ¡Nada más lejos de la realidad!
Tras esta propuesta, una auténtica burla para los trabajadores, ELA, LAB y ESK plantearon la necesidad de plantar cara a la empresa, y pusieron encima de la mesa un plan de huelgas y movilizaciones exigiendo la retirada de la sexta noche, acabar con la flexibilidad y una subida salarial acorde con el IPC. Un plan que desde el principio fue boicoteado activamente por los sindicatos que tenían mayoría en el Comité, negándose a convocar las jornadas de huelga y atacando, en un frente común con la dirección de la multinacional y el Gobierno vasco, a los sindicatos que sí estaban luchando.
Pero este boicot tuvo el efecto contrario: aumentó la indignación entre la plantilla, hizo que los piquetes masivos a las puertas de la empresa aumentaran día a día, que la huelga paralizara la producción, y que la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas se fortaleciese. Por estas razones, los sindicatos firmantes, en coordinación con la empresa y el Gobierno Vasco, se lanzaron desesperadamente a alcanzar un acuerdo para poner fin a una lucha que se había convertido por derecho propio en una referencia para el movimiento obrero de Euskal Herria. Finalmente, el 12 de julio, firmaron un preacuerdo que se negaron a explicar en las Asambleas democráticas de trabajadores que ya había convocadas.
Tras la firma del preacuerdo, la plantilla siguió mostrando una vez más su determinación de ir hasta el final. En una Asamblea masiva con más de 2.000 trabajadores, a mano alzada, se votaba mantener las huelgas previstas para el 13, 14 y 15 de julio, y votar NO al preacuerdo de la vergüenza. Esos días los piquetes a las puertas de la fábrica fueron aún más masivos, y la huelga llegó al 90% de la producción paralizándola completamente. Y todo en medio de una vergonzosa campaña de chantaje y miedo por parte de la multinacional, los medios de comunicación y los dirigentes de UGT y CCOO, de cara a garantizar a toda costa la vitoria del SI.
Mercedes marca el camino. ¡Por un sindicalismo de clase, democrático y combativo!
Esta huelga ha servido para demostrar cómo se lucha contra la acción mafiosa de una gran multinacional y todos sus secuaces. Ha sido un auténtico modelo de cuál es el camino a seguir.
En primer lugar, entendiendo que cualquier concesión patronal solo será consecuencia de una lucha masiva y organizada de forma democrática por parte de los trabajadores, mediante la huelga y la acción directa. No se puede arrancar en una mesa de negociación lo que antes no se arranca en las calles y en la lucha. Es así como ELA, LAB, ESK y la plantilla han conseguido eliminar la sexta noche, y han incrementado de 2.000 a 4.000 euros brutos y del 5% al 6% la propuesta salarial inicial de la empresa. Pero incluso con estos incrementos, la inflación galopante que ya es dos dígitos supone una reducción salarial real del 10%. ¡Por eso, correctamente, ELA, LAB y ESK se han opuesto firmemente al preacuerdo, porque la principal reivindicación de la huelga era IPC sí o sí!
En segundo lugar, en esta batalla se ha implicado al conjunto de la plantilla, aprobando cada paso, cada propuesta en asambleas democráticas, donde todo el mundo puede defender sus opiniones, sin trampa ni cartón, y con votaciones a mano alzada, como siempre se ha hecho entre la clase obrera. De hecho, los compañeros de ELA, LAB y ESK invitaron a los dirigentes de la mayoría del Comité, de UGT y CCOO, a participar y plantear sus puntos de vista. A pesar de que decenas de afiliados de CCOO y UGT si lo han hecho, escuchado los argumentos de los convocantes y participado en las huelgas y movilizaciones, no ha ocurrido lo mismo con sus dirigentes, escondidos en sus despachos y maniobrando con los directivos de la multinacional para desactivar el conflicto a toda costa.
Este método, de asambleas democráticas, abiertas y públicas, ha dejado además en evidencia la furibunda campaña desatada por los medios de comunicación capitalistas sobre las “mayorías” y las “minorías” del comité de empresa de cara a tratar de deslegitimar la huelga. Pero, ¿qué mayor democracia y transparencia hay que Asambleas masivas públicas y abiertas en vivo y en directo? ¿Por qué no acudieron a ellas los delegados de la mayoría del Comité, de UGT, CCOO, Ekintza o PIM, si estaban tan convencidos de sus posiciones? ¿Por qué decidieron todo con el amparo de la dirección, sin explicaciones y a espaldas de los trabajadores? Esta forma de actuar, a la que tan acostumbrados nos tiene la burocracia de UGT y CCOO, como ocurrió con el Convenio del metal en Cádiz, pone en evidencia su bancarrota política y sindical.
Otro punto fundamental ha sido extender la solidaridad con el conflicto, algo que hemos hecho muy conscientemente desde Ezker Iraultzailea - Izquierda Revolucionaria y Sindicalistas de Izquierda, poniendo todas nuestras fuerzas al servicio de la victoria de los trabajadores. Elaboramos 7 octavillas diferentes y distribuimos cerca de 10.000 durante las jornadas de huelga y de cara al referéndum en la empresa. También impulsamos un manifiesto de solidaridad que ha recabado centenares de firmas de delegados y afiliados sindicales, muchos de CCOO y UGT, y de activistas y movimientos sociales, e impulsamos una campaña de videos para mandar todo el aliento de la clase trabajadora de Euskadi, del Estado español e internacionalmente a las y los trabajadores de Mercedes en lucha. Una campaña de solidaridad a la que se sumaron las y los compañeros de Ikasle Sindikatua.
La lucha de Mercedes ha coincidido además con las huelgas del metal de Araba y Bizkaia por sus Convenios y con la lucha de otras empresas que enfrentan exactamente la misma situación, como Aernova-Burulan. En esta, los trabajadores aprobaron en Asamblea una Resolución planteando la necesidad de retomar, aprovechando el ejemplo del conflicto de Mercedes, las huelgas del metal de Araba por el Convenio del sector. Este es un punto crucial que podría haber dado un impulso aún mayor a la lucha aunando a las industrias auxiliares y al conjunto del metal de Araba, y poniendo contra las cuerdas a la patronal tanto en Mercedes como en el metal. ¡Hay que unificar los conflictos para multiplicar nuestra fuerza!
Tenemos que levantar una alternativa de clase frente a la patronal, ¡y frente al capitalismo!
La lucha de Mercedes, como la de Cádiz hace unos meses o más recientemente la de Cantabria, ha sido un faro para millones de trabajadores que sufren la dura ofensiva de la patronal, la precariedad laboral masiva y el hundimiento de los salarios fruto de la escalada descontrolada de la inflación. Una situación que contrasta con la de los capitalistas, que hacen fabulosos negocios gracias a la inflación, a la especulación y a apretarnos las tuercas aún más a los trabajadores. Así es también en el caso de Mercedes-Benz: 14.200 millones de beneficio neto en 2021, un aumento del 254%, y 250 millones repartidos en dividendos desde 2016. Por el contrario, el salario medio anual de la fábrica desde 2015 descendió en un 18%.
La lucha de Mercedes ha supuesto un nuevo jalón en la rebelión que se está gestando en el seno de la clase obrera. En estos años las y los trabajadores hemos pagado muy duramente las consecuencias de la profunda crisis que padece el capitalismo, de la pandemia, de la guerra imperialista... Algo que no habría sido posible sin la colaboración activa de los dirigentes sindicales de CCOO y UGT, tal y como hemos visto en Nissan, en Cádiz, en la sanidad y la educación públicas. La lucha de Mercedes ha desnudado de nuevo esta política criminal de paz social, que garantiza por encima de todo los beneficios empresariales a costa de una mayor explotación y empobrecimiento de la clase trabajadora.
Pero también ha puesto en evidencia la política de colaboración de clases, de “unidad nacional” de los dirigentes de la izquierda parlamentaria, desde UP a EH Bildu, que se niegan a convertir conflictos como el de Mercedes en una palanca para cambiar las cosas de manera radical. Una acción que serviría no solo para fortalecer estas luchas, sino para elevar el nivel de conciencia de la clase trabajadora y modificar favorablemente la correlación de fuerzas de cara a confrontar con la derecha y la patronal. Lo que seguro que no sirve para avanzar por este camino, es justificar acuerdos como el que se ha firmado en Mercedes.
La clase trabajadora, en acción, ha vuelto a demostrar que está a la altura de las circunstancias, como ya hizo en Cádiz o en Cantabria. Por eso mismo necesitamos levantar una izquierda clasista, internacionalista y anticapitalista. Necesitamos construir Izquierda Revolucionaria en Euskal Herria y en todos los territorios.