Tras 146 días de huelga, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha declarado nulo el ERE de Tubacex. La empresa tendrá que readmitir a los 129 trabajadores que pretendía despedir en las plantas de Laudio y Amurrio. Sin duda, se trata de una victoria arrancada a los tribunales gracias a una lucha dura y ejemplar. La sentencia ha sido motivo de gran celebración para la plantilla de Tubacex. También para los que hemos estado apoyando su lucha y para todos los trabajadores que sufren en sus propias carnes la ofensiva patronal desatada en este último año. No es para menos.

La lucha de Tubacex ha marcado un paso adelante muy importante no sólo en conseguir esta victoria sino también en extender y unificar los conflictos para responder a los ataques de los empresarios con la movilización y la fuerza del conjunto de la clase trabajadora.

Durante los más de cuatro meses de huelga, los trabajadores de Tubacex –de la mano de otras plantillas- han puesto en pie de guerra a toda la comarca de Aiaraldea, que ha secundado masivamente paros comarcales y las manifestaciones, comprendiendo que estos despidos ponían en jaque el futuro de una comarca ya golpeada por el paro. Han impulsado las manifestaciones conjuntas con los trabajadores y trabajadoras en lucha de Petronor, ITP-PCB, Bilbo Argiak, H&M, Novalitia en Bilbao: manifestaciones donde se alimentaba un ambiente tremendo de fuerza, determinación y confianza. Han abierto una caja de resistencia y han realizado iniciativas para continuar con la huelga. El apoyo que ha recibido su determinación ha ido creciendo sin parar, traspasando las fronteras de Euskal Herria.

Esto es precisamente lo que más temen en los despachos de la patronal y del PNV, más allá de la huelga de una plantilla: que avance la conciencia clase y que se despierte la fuerza de los explotados y oprimidos, capaz de poner en peligro sus privilegios y su poder. Por eso se han empleado a fondo, mano a mano, en atacar esta lucha. De un lado los empresarios amenazando con el cierre de toda la planta si la huelga continuaba. Del otro lado, la Ertzaintza, comandada por el PNV, acosando y persiguiendo a los huelguistas, cargando brutalmente contra las movilizaciones día tras día.

Tras la sentencia, el diario Noticias de Álava publica declaraciones del departamento de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco dirigido por Idoia Mendia (PSE), diciendo que “la negociación es la mejor manera de solucionar los conflictos” y que ellos “se ofrecieron a mediar”. ¿Negociar qué y cómo? ¿Acaso le llaman “mediar” a las porras y las pelotas de foam contra los trabajadores?” No se puede ser más cínico.

No se puede bajar la guardia, los empresarios buscan la revancha

La sentencia supone un golpe tanto para los dueños de la propia empresa como para el conjunto de la patronal. Con toda la razón, los trabajadores la viven como lo que es: fruto de una lucha que ha aglutinado un apoyo extraordinario y que anima a emprender la movilización contra los despidos colectivos.

La empresa no ha ocultado su rabia ante la sentencia y ha anunciado que la va a recurrir al Tribunal Supremo. La ha calificado de “incomprensible” porque no considera la “delicada situación” de las plantas de Tubacex en Araba y porque no considera las causas del ERE ligadas a la crisis estructural del sector Oil&Gas afectado por la transición energética, sino coyunturales al Covid. Este mismo argumento de la transición ecológica y la descarbonización se está usando, sin ir más lejos, en Petronor para imponer el ERTE e incumplir los acuerdos alcanzados. Obviamente los empresarios no están preocupados por lo que pueda pasar al medioambiente cuando demuestran tanto desprecio hacia las familias trabajadoras. Lo único que le preocupa es recibir millones a fondo perdido de los fondos europeos, realizar una reconversión en toda regla, despedir a los que les sobran y precarizar las condiciones de trabajo para engordar sus beneficios.

Los empresarios de Tubacex no han dicho la última palabra. El TSPV ha dictaminado que las pérdidas son coyunturales y que no son razón para realizar tantos despidos. Pero no establece -ni puede hacerlo- que nuestros puestos de trabajo están por encima de los beneficios empresariales y de la crisis en los mercados capitalistas, que hay que mantenerlos a toda costa para combatir el paro y cubrir las necesidades sociales y medioambientales. No es una cuestión legal o judicial, sino una cuestión política y de poder: de quien manda en la empresa -y en la economía- y con qué objetivo.

Una crónica del Correo sobre el ambiente de celebración entre la plantilla al saber la sentencia, recogía también declaraciones más cautelosas de algunos trabajadores que decían “Yo sigo de huelga, porque hay que ver cómo entramos, en qué condiciones. Deberíamos volver en las mismas condiciones que estábamos al salir”. No es de extrañar, al tener el ejemplo tan cercano de ITP Aero de Sestao y Baracaldo.

El 4 de mayo de este año se declaró nulo el ERE de ITP que afectaba a 90 trabajadores. No pasaron dos días para que la empresa se negara a que estos trabajadores volvieran a sus puestos de trabajo. Durante estos meses ha emprendido una campaña de persecución sindical contra los huelguistas y contra el conjunto de la plantilla. Ha abierto procesos judiciales por lo penal contra un delegado sindical, basándose en informes de la Ertzaintza, mueven de puesto de trabajo a trabajadores que secundaron la huelga, incluso con la intención de quitar las limitaciones que algunos trabajadores tienen por causas médicas, imponen los ciclos vacacionales y el ERTE, etc. Por ello, es una de las empresas que ha continuado movilizándose junto con Tubacex. Su lucha no ha terminado, ni mucho menos, cuando está a punto cambiar de dueños -Rolls Royce quiere venderla- que anuncian más recortes.

Que cunda el ejemplo de lo que sí sirve. ¡Hay que preparar la huelga general!

Por ello, es importante tener presente que no se puede bajar la guardia en Tubacex y abandonar la movilización. Los métodos de lucha de la huelga de Tubacex son un ejemplo y representan un avance hacia el modelo de lucha sindical combativo y de clase que necesitamos y que sí es capaz de conquistar victorias. La mayoría de los trabajadores de Euskal Herria no cuentan con esa fuerza numérica en sus plantillas, pero también sufren despidos y recortes. Para responder y frenarlos necesitamos avanzar hacia la unificación de las luchas y la huelga general.

Ante la reconversión industrial que ya se está llevando a cabo y que puede afectar a miles de puestos de empleo en los próximos años, es necesario defender una alternativa para la clase trabajadora. No podemos aceptar ni los despidos, ni cierres ni deslocalizaciones. Los empresarios que ahora dicen tener pérdidas se han hecho de oro en los últimos años a costa de nuestra explotación. En vez de regalar millones a fondo perdido a los empresarios, es necesario nacionalizar estas empresas, sin indemnización, y ponerlas a producir bajo control obrero y en el marco de un verdadero plan al servicio de las necesidades sociales. Esta es la consigna que debemos imprimir en la lucha sindical y política. En nuestras manos está la fuerza y la capacidad de trasformar esta sociedad y acabar con sus crisis.


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