El pasado octubre, un grupo de trabajadores del astillero ferrolano de Navantia —hasta entonces agrupados en GanemosCCOO— nos decidimos a construir la CGT en nuestra factoría, conscientes de la necesidad de dotar a los trabajadores de una herramienta sindical útil para la defensa de nuestros intereses de clase.

El análisis que entonces hacíamos era que de los dos grandes sindicatos presentes en la factoría ninguno era mínimamente consistente. Cada una a su nivel, ambas direcciones sindicales están absolutamente derrotadas. En el caso de CCOO, hubo un salto de calidad y, como revelaron las negociaciones del convenio único y el plan de empresa, colaboró abiertamente con la empresa en el recorte de los derechos conquistados por el movimiento obrero. En el caso de la CIG, el problema es su incapacidad para dar la batalla y presentar alternativas a la deriva de CCOO.

Débil con el fuerte, fuerte con el débil

Un plan de empresa y un convenio único absolutamente dañinos para nuestros intereses como trabajadores, aprobados en diciembre, confirmaron con creces aquel análisis. Y es que durante el proceso pudimos ver cómo CCOO profundizaba su deriva servil hacia la empresa, combinada con un creciente autoritarismo: el presidente del comité llegó incluso a negarse a poner a votación en las dos últimas asambleas generales las propuestas de la CGT y abandonó la asamblea con el micrófono en el bolsillo. Que el plan/convenio firmado responda totalmente a los intereses de la empresa, que no nos movilizásemos ni una triste hora, que durante las negociaciones, primero, se le ocultase la información a los trabajadores y, después, se les mintiese sobre su contenido, ilustran muy bien la actitud sumisa que guía a los dirigentes de CCOO.

Como consecuencia de esta política, la ruptura entre la dirección sindical y los trabajadores se ha profundizado, y con ello el autoritarismo con el que manejan la situación. Para evitar derrotas en las asambleas, como las sufridas en varias ocasiones en los últimos años, las han reducido al máximo, tanto las parciales (donde se producen los debates directos con los trabajadores) como las generales, para así evitar que se puedan aprobar propuestas que no le convengan a la empresa. A esto se suma la liquidación, en la práctica, del comité de empresa en favor de las federaciones sindicales, como mecanismo de sacarles el control a los trabajadores y, al mismo tiempo, intentar contrarrestar la caída en la afiliación. Todo esto no es casual.

9 de julio: Elecciones sindicales

En este contexto, el próximo 9 de julio se celebrarán las elecciones sindicales de todo el grupo, de enorme trascendencia para el futuro porque el modelo de empresa y de relaciones laborales va a cambiar radicalmente. En los próximos años veremos cómo, lejos de reforzar la empresa principal, se apuesta de manera aún más decidida por la subcontratación y cómo las nuevas incorporaciones tendrán unas condiciones laborales mucho peores que las de los que ya estábamos en la principal antes del plan/convenio. En definitiva, cómo se extiende y profundiza la precariedad.

Como siempre, la justificación será el futuro de Navantia, la competitividad y toda la palabrería a la que nos tienen acostumbrados. Esta palabrería la conocemos muy bien tras décadas de planes de empresa (reconversiones industriales) que solo sirvieron para hundir cada vez más la cantidad y la calidad del empleo. Hace veinte años, en la factoría de Ferrol trabajaban unas 4.500 personas; tres planes de empresa después, no llegamos a las 1.500.

Ante los futuros ataques, sabemos que la respuesta de los actuales sindicatos será la misma que han tenido mientras se destruían estos 3.000 puestos de trabajo de calidad: unos, la abierta colaboración con la empresa; otros, la resignación y el derrotismo. Por el contrario, la CGT va a defender una alternativa frente a las políticas capitalistas que hacen pagar a los trabajadores los platos rotos de su crisis, enfrentándose a la empresa y a los empresarios de la industria auxiliar porque la lucha es el único camino que ha permitido avanzar a la clase obrera.

La CGT se va a presentar a estas elecciones sindicales en Navantia-Ferrol con un programa de defensa firme de los derechos de los trabajadores, basado en un modelo sindical combativo y orientado a estimular la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, cuyos ejes serán:

• Defensa de una empresa 100% pública realmente moderna, en la que mejorar las condiciones de todos los trabajadores sea lo primero.
• Unificar al movimiento obrero dentro de la factoría, del grupo y con el conjunto de la clase obrera, volviendo a poner en primer plano la solidaridad.
• Una representación sindical transparente, independiente de la empresa y sólo dependiente de los trabajadores.
 

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