De nuevo estamos asistiendo a un levantamiento del sector de Taxi, desde abajo, mediante la acción y la organización directa, ocupando y bloqueando las calles, y recurriendo a los métodos de la clase trabajadora. Desde hace días los taxistas en Madrid y Barcelona se mantienen masivamente en huelga, exigiendo garantías para frenar el intento de precarizar de forma salvaje sus condiciones de vida y trabajo, tal y como ya ocurre con los trabajadores de Uber y Cabify, explotados sin escrúpulos por estas multinacionales.
En el día de hoy la policía ha cargado contra los taxistas que protestaban en Madrid, causando más de una decena de heridos. Por otro lado, los medios de comunicación han lanzado una amplia campaña de criminalización contra esta lucha, tal y como siempre hacen cuando los trabajadores se enfrentan a multinacionales y grandes empresa.

Este verano, tras una huelga masiva y contundente del sector del Taxi, el Gobierno estableció un compromiso que se convirtió en papel mojado, y que en esencia suponía que a mayor o menor ritmo continuará el avance de las multinacionales y la precarización laboral del sector. Una realidad que se está generalizando en un sector tras otro, y que es consecuencia de la propia lógica del sistema capitalista. Las propias Uber y Cabify, ante el intento de imponerles determinadas condiciones, ya han amenazado con dejar Barcelona. Una forma de generar presión y chantajear de cara a obtener el respaldo de los diferentes Gobiernos, incluida la Generalitat, aunque parece poco probable que estén realmente dispuestos a renunciar a esa cuota de negocio.

Uber, Cabify, Amazon, Vodafone… quieren dejarnos sin derechos ni trabajos dignos

A día de hoy no queda ninguna duda de que Uber y Cabify no son meras plataformas, sino multinacionales que funcionan en base al mismo modelo depredador con el que Amazon o Deliveroo acumulan beneficios multimillonarios a costa de la explotación salvaje de los trabajadores. La lucha de los taxistas es parte de la lucha de la clase trabajadora para impedir que continúe el proceso de precarización y hundimiento de nuestros salarios y condiciones de vida, tal y como ocurre con los trabajadores de Amazon de San Fernando, los trabajadores de Vodafone ahora amenazados con un ERE, o los trabajadores de Alcoa, que se enfrentan al cierre de sus plantas.

El modelo es el mismo, grandes multinacionales que no pagan impuestos, como Amazon, o que tienen sus sedes en paraísos fiscales y aplican legislaciones laborales hechas a su medida, como Ryanair. En el caso de Uber y Cabify mediante la utilización de “falsos autónomos”, obligando a sus trabajadores a pagarse su seguridad social, en condiciones de precariedad absoluta y trabajando jornadas interminables. De esta manera empujan a todo el sector a la precariedad más absoluta, acabando incluso con los limitados derechos que aún podían existir en el sector del taxi.

Imponiendo estas condiciones, dichas multinacionales buscan colapsar el mercado llevando a la quiebra miles de taxistas autónomos, para acabar monopolizando el sector en unas condiciones de miseria que les permitan obtener un gigantesco margen de beneficios. Son estos miles de taxistas asalariados, algunos también “falsos autónomos”, y esos taxistas autónomos que viven de su taxi con jornadas interminables, los que finalmente se han plantado.

Precarizar todo el sector en beneficio de un puñado de multinacionales y grandes empresas

En torno a estas plataformas y a las licencias VTC se está generando una enorme burbuja especulativa, como también ha ocurrido con las licencias del taxi durante años. Los conductores de estas plataformas pueden llegar a pagar por estas licencias, cuyo valor administrativo es de 32 euros, hasta 60.000 en la Comunidad de Madrid, y todo en beneficio de un puñado de multinacionales. Este sistema de licencias, tanto en el taxi como ahora con las VTC, hace que los de abajo, como siempre, paguen los platos rotos, mientras un puñado de listos se beneficia especulando.

Mediante este sistema siempre ganaran los de arriba, plataformas como Uber y Cabify y también las grandes patronales del taxi, que utilizan el mismo para precarizar al máximo las condiciones de taxista asalariados y autónomos, así como de los conductores con licencias VTC. Los propios taxistas autónomos que han comprado su licencia a un precio desorbitado lo saben muy bien, incapaces de competir no solo con Uber y Cabify sino con las grandes empresas del taxi que en muchos casos actúan también contratando “falsos autónomos” y pagando salarios de miseria por jornadas interminables. Es hora de que se ponga freno a esta situación, garantizando condiciones laborales dignas e iguales para la inmensa mayoría de los trabajadores y “autónomos” del sector.

El taxi es un servicio público y como tal debe contar con unas condiciones dignas para sus profesionales. La lucha para imponer limitaciones a las VTC, que ha hecho estallar de nuevo este conflicto, puede frenar momentáneamente la precarización del sector y el avance de estas plataformas, pero como vemos, y como vimos con el acuerdo alcanzado en verano, la amenaza continúa ahí. La ratio de 1 VTC por cada 30 taxis, reconocida por el Tribunal Supremo, es papel mojado, tal y como reconoció el Ministerio de Fomento señalando que en el sector ya hay una ratio media en el conjunto del Estado de 1 VTC por cada 9 taxis, e incluso en ciudades como Madrid de 1 VTC cada 3 taxis. Es fácil comprender la indignación de los trabajadores del sector del Taxi, que ven peligrar sus puestos de trabajo y su futuro, pero es necesario plantearse cómo frenar de forma unificada y en todo el Estado dicho proceso de precarización, consecuencia entre otras cosas del propio sistema de licencias.

¡Por un servicio público de calidad con condiciones salariales y laborales dignas!

La movilización de los taxistas desde abajo, con los métodos propios de la clase obrera, ha puesto el conflicto de nuevo en la picota y a los diferentes Gobiernos contra las cuerdas. Mientras existan condiciones de miseria para los conductores con licencias VTC, “falsos autónomos” victimas de dichas multinacionales, los taxistas y sus condiciones estarán permanentemente amenazados, y de ahí la importancia de incorporar a dichos sectores a la lucha, exigiendo que sean reconocidos como trabajadores, con sus cotizaciones, y exigiendo también que dichas empresas multinacionales paguen impuestos acordes con sus ingentes beneficios.

Pero también es necesario mejorar las condiciones actuales de los taxistas, tanto de los asalariados como de esos autónomos que se desloman día a día para llegar a fin de mes. Para ello es necesario establecer un marco laboral unitario, o lo más unitario posible, donde se regulen y recojan derechos iguales tanto para asalariados como para aquellos que trabajan como verdaderos autónomos, es decir, en la práctica como trabajadores. Un marco laboral que establezca un salario digno mínimo para todos los trabajadores del sector y una jornada laboral máxima de 40 horas a la semana, que progresivamente pudiera reducirse hasta las 35 horas.

Otro paso sería el establecimiento de una empresa pública, comenzando por las principales ciudades donde existen Ayuntamientos de cambio, como Barcelona y Madrid, a la que pudieran adscribirse taxistas y el resto de trabajadores del sector, entre otros los “falsos autónomos” de Uber y Cabify, donde se garantizarían esas condiciones salariales y laborales dignas. Esto podría financiarse imponiendo un impuesto especial sobre estas multinacionales y las grandes empresas del taxi, al tiempo que se exige e inspecciona a dichas empresas para garantizar el cumplimiento de las condiciones que se establezcan en ese marco laboral único del sector. Así sí se garantizaría un servicio público de calidad, y así, tanto taxistas como conductores VTC, sí podrían tener una vida digna.

 


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