¡Una victoria de los trabajadores!

El mes pasado, la Audiencia Nacional declaró nulo el IV Convenio Colectivo Navantia, firmado por CSIF, UGT y parte de CCOO, e impugnado judicialmente por otra parte de CCOO y la CIG. La noticia fue acogida con enorme entusiasmo por parte de los trabajadores, especialmente en Ferrol, donde la oposición a la firma fue casi unánime. No es para menos porque el convenio anulado suprimía toda una serie de conquistas históricas. Dicha sentencia es el colofón a la lucha de los trabajadores por preservar unas conquistas que tanto costó alcanzar.

La sentencia es de ejecución inmediata, independientemente del recurso anunciado por Navantia. Por tanto, los trabajadores debemos exigirle a la empresa una serie de medidas, entre las que destacan:

1) Readmisión inmediata del trabajador de Ferrol despedido en diciembre al serle concedida de oficio una Incapacidad Permanente Total.

2) Reversión inmediata del nuevo control de presencia y anulación de las sanciones impuestas a tres compañeros de San Fernando.

3) Disminución inmediata de la jornada laboral y devolución por parte de la empresa de los días robados el año pasado.

4) Aplicación del III Convenio a todos los efectos.  

Pero la sentencia no se limita a anular el convenio sin más, también le aplica un duro correctivo al sindicalismo burocrático practicado por nuestros representantes desde hace años. Dice textualmente que “los demandantes contribuyeron intensamente a provocar las malas prácticas e irregularidades del proceso, mediante la constitución de supuestos comités intercentros, que no fueron elegidos nunca por los representantes de los trabajadores, sino por los propios sindicatos”. Aunque en este caso los demandantes son CCOO y CIG, el reproche va dirigido a todos los sindicatos porque en otros sitios la sentencia habla de “generalización de malas prácticas, irregularidades y contradicciones sindicales” y de “colonización” de la composición del Comité Intercentros por los sindicatos, que por ley debe ser un órgano unitario del conjunto de los trabajadores. En resumen, la sentencia deja claro que, en los últimos años, los dirigentes sindicales de Navantia le transfirieron el poder de representación que los trabajadores les otorgaron con su voto en las elecciones sindicales a una coordinadora de aparatos sindicales, aunque bajo la apariencia formal de un comité intercentros.

Por eso, esta sentencia también pone encima de la mesa una cuestión muy concreta: ¿quién puede negociar (y firmar) en nombre de los trabajadores de Navantia? ¿Los comités de empresa o las federaciones sindicales? La respuesta es los comités, como representantes directos de los trabajadores. El papel de las federaciones es asesorar a los comités, no sustituirlos. Darle el poder a un secretario general de una federación para decidir a quién mete o saca de la comisión negociadora es un riesgo. De hecho, si quienes negocian son las federaciones, nada les impide nombrar a personas que no son de la empresa o, incluso, a firmar el convenio sin consultar, como de hecho ya pasa en muchos sitios.

Los trabajadores fueron la clave

Aunque parezca que en el caso de este convenio fue conveniente que negociasen las federaciones, nada más lejos de la realidad. No se llegó a este resultado gracias a ningún dirigente ni a ningún tribunal. Este convenio lo echamos abajo los trabajadores porque nuestro rechazo al convenio fue tan grande, que los dirigentes se vieron obligados a oponerse a un convenio que apoyaban. Los afiliados de CCOO de Ferrol que participamos en las asambleas de nuestra sección sindical sabemos muy bien de los intentos de quienes están al frente tanto de la Sección Sindical como de la Federación Estatal de Industria por convencernos de que firmásemos el convenio, hasta que no les quedó más remedio que asumir lo que quería la base, poniendo una vez más de manifiesto las tradiciones combativas de los trabajadores de los astilleros ferrolanos.

Pero también hay que decir que no basta con que haya un determinado ambiente o estado de ánimo. Hace falta canalizar ese ambiente, hace falta organización. Y la organización en este caso fue el grupo de afiliados de CCOO que defendemos un sindicalismo combativo y que ahora nos hemos integrado en GanemosCCOO. La fuerza que proporciona la organización nos permitió informar a toda la plantilla de qué se estaba cocinando en el convenio e impulsar una recogida masiva de firmas que obligó al comité de empresa a convocar una asamblea general en la que los trabajadores le dejamos muy clarito que no íbamos a aceptar sin lucha ningún recorte en nuestros derechos y que rechazábamos el convenio.


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