¡No al acuerdo de la vergüenza con Turquía!

¡Es vuestra guerra, son nuestros muertos!

En la mañana del 22 de marzo la ciudad de Bruselas sufría un brutal ataque terrorista en su principal aeropuerto y en el metro de la ciudad que ha dejado un resultado provisional de 32 muertos y más de 230 heridos. Hoy, igual que en el mes de noviembre cuando el terrorismo yihadista se cobraba las vidas de 127 personas en París, nuestro pensamiento y solidaridad se encuentran con el pueblo de Bruselas y con todos los jóvenes y trabajadores conmocionados en estos momentos de miedo y dolor, que buscan una explicación a esta cruel masacre.

Ver comunicado completo en www.sindicatodeestudiantes.net

Desde el Sindicato de Estudiantes condenamos con contundencia estos actos de terrorismo que se llevan por delante las vidas de personas inocentes y que sólo buscan sembrar el terror entre la población. Pero cuando la barbarie se manifiesta de esta forma tan cruel en Europa, no podemos dejar de pensar en quienes la sufren día sí y día también en todo el mundo. En los últimos meses cientos de miles de familias, de niños, de jóvenes y ancianos se juegan la vida para huir de esa misma barbarie, atravesando el mar Egeo, cruzando alambradas, durmiendo en el barro, pasando hambre, frío y enfermedades, recibiendo golpes y amenazas, siendo extorsionados para intentar escapar de lo que se ha convertido en un auténtico infierno. Miles de ellos han muerto mientras los gobiernos de Europa miran cínicamente hacia otro lado y no hacen nada por prestarles la ayuda necesaria. Hoy sólo podemos comprender mejor las razones de su huida y sentirnos más cerca de ellos que nunca al ver sus muestras de solidaridad con el pueblo de Bruselas desde el campo de internamiento de Domeni.

Cuando nos preguntamos el porqué de todo este horror no podemos dejar de señalar a sus verdaderos responsables: las políticas imperialistas de los gobiernos occidentales que han generado las condiciones para el desarrollo de los grupos yihadistas —como los que ayer provocaban la muerte y el caos en Bruselas—. Las guerras por petróleo y materias primas, por controlar áreas y países estratégicos para el beneficio de unas cuantas multinacionales han arrasado naciones (Iraq, Afganistán, Siria…), han alimentado a grupos como el ISIS y han provocado la muerte de cientos de miles de personas inocentes y la huida de millones, convertidos en refugiados sin derechos.

Y son estos mismos gobernantes que han liderado la ofensiva imperialista en África y Oriente Próximo, los que lloran lágrimas de cocodrilo cuando los jóvenes y los trabajadores de Europa tenemos que vivir en nuestra piel el terrorismo y la muerte. Hollande, Merkel, Cameron, Rajoy… todos ellos participan en actos de homenaje donde hablan de la lucha contra el terrorismo, de la defensa de las libertades, de los ideales de la civilizada Europa, de los derechos humanos y de la necesidad de remar todos juntos en momentos como este. Pero cuando oímos este tipo de discursos no podemos sentir más que una profunda repugnancia por quien utiliza el dolor y el sufrimiento de millones de personas para justificar sus políticas imperialistas o acuerdos vergonzosos como el que recientemente han alcanzado con Turquía. Estos mismos gobernantes no tienen escrúpulos en firmar un pacto con el régimen dictatorial de Erdogan para deportar masivamente y condenar a la miseria y la muerte a miles de personas tan inocentes como las que sufrieron ayer en su propia piel los terribles atentados en Bruselas. Exactamente igual hicieron tras los atentados de París para justificar la intervención imperialista en Siria, o tras el 11S para justificar las guerras en Iraq y Afganistán.

No, nosotros no somos iguales que ellos, ni estamos en el mismo barco. Los jóvenes y los trabajadores de Europa no tenemos ningún interés que defender en las guerras de rapiña que ellos han impulsado, ni en llegar a acuerdos con dictadores como Erdogán para deportar a nuestros hermanos y hermanas refugiados, ni que miles niños tengan que crecer entre el barro de los campos de concentración donde están siendo hacinados. ¡Nunca hemos tenido nada que ganar con esas actuaciones criminales! En cambio otros sí, las grandes multinacionales, los banqueros, las élites financieras siempre han hecho buenos negocios con este tipo de actuaciones. Son los mismos que en Europa recortan la sanidad y la educación públicas, los que aplauden las reformas laborales que abaratan el despido y precarizan nuestras vidas, los que nos obligan a irnos a otros países para tener un futuro mejor, los que celebran los ataques a los derechos y libertades democráticas y criminalizan la movilización social.

Da igual nuestro color de piel, nacionalidad o religión. Siempre somos los mismos, jóvenes y trabajadores anónimos, los que pagamos los platos rotos de las guerras imperialistas. Por eso somos conscientes de que para terminar con este horror sin fin necesitamos, más que nunca, de la movilización masiva y unitaria de todos los oprimidos para trasformar la sociedad y barrer el sistema capitalista.

Desde el Sindicato de Estudiantes hoy estamos con los jóvenes y trabajadores de Bruselas, con los que también sufrieron el terrorismo yihadista en París, y con nuestros hermanos y hermanas refugiados.

¡No a las guerras imperialistas! ¡No al terrorismo yihadista!

¡No al acuerdo de la vergüenza con Turquía!

¡Son vuestras guerras, son nuestros muertos!


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