Tras años de desmantelamiento progresivo de la mayor empresa estatal con el objetivo de su privatización, el hartazgo de sus más de 50.000 trabajadores ha llegado a un punto en el que los sindicatos mayoritarios de Correos (CCOO, UGT, CSIF y Sindicato Libre) se han visto obligados a plantear un calendario de movilizaciones. Este consiste en tres días de huelga, el 30 de noviembre y el 21 y 26 de diciembre.

Desde el año 2001 cuando la empresa se convierte en una sociedad anónima la gestión de los sucesivos Gobiernos ha dejado bien clara la intención de liquidar Correos. La precariedad se ha ido implantando progresivamente sobre uno de los colectivos de empleados públicos con peores condiciones laborales. Cinco años de recortes y congelación sobre una plantilla mileurista, nos ha empobrecido de una manera alarmante; en contraste, el nuevo presidente Juan Manuel Serrano cobra 190.000 euros al año.

Las cifras de la precariedad son absolutamente escandalosas. En los últimos ocho años hemos visto como se destruían 15.000 puestos de trabajo. Un 22% de los puestos son a tiempo parcial. La eventualidad se ha elevado hasta el 35% cubriendo 12.000 empleos estructurales de forma ilegal saltándose el Estatuto de los Trabajadores. Los contratos basura están aumentando exponencialmente; contratos de cuatro horas al día, incluso de cuatro horas a la semana; contratos que se cortan en fin de semana o festivo para ahorrarse la cotización.

El continuo recorte de plantilla unido a la práctica habitual de no cubrir días de vacaciones ni de asuntos propios, nos somete a una continua sobrecarga de trabajo que está aumentando la siniestralidad laboral; aproximadamente la mitad de los accidentes recaen sobre el colectivo eventual más expuesto a la continua presión de la jefatura. Jefatura bien incentivada y latiguera que se permite el lujo de despedir a trabajadores por padecer patologías crónicas aplicando el artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores (por faltas de asistencia al trabajo, justificadas pero intermitentes). Y ante estas tropelías que comete una empresa pública casi todos los sindicatos se mantienen pasivos (tan sólo CGT respondió con movilizaciones ante este atropello).

Bolsas de empleo, bolsas de la vergüenza

Las nuevas bolsas de empleo abiertas por la empresa y pactadas con CCOO, UGT, CSIF y Sindicato Libre, profundizan aún más la precariedad y buscan, además, introducir más elementos para dividir a los trabajadores y enfrentarlos unos a otros. Promueven la utilización de trabajadores jóvenes sin experiencia en detrimento de los eventuales veteranos, algunos de los cuales llevan decenas de años trabajando para Correos. Se busca un tipo de trabajador poco formado en el oficio al que quieren enfocar al sector de la paquetería y la venta on-line dominado por Amazon. La mayoría de los sindicatos, en lugar de exigir la inmediata incorporación a la plantilla como fijos de los eventuales que llevan años encadenando contratos y exigir que los nuevos trabajadores contratados lo sean en condiciones de estabilidad y con salarios decentes, avalan y colaboran en esta política empresarial, cuyo objetivo es profundizar en la precarización del empleo en correos, incrementar la indefensión de los trabajadores y reducir su capacidad de respuesta para tratar de revertir esta situación.

Los criterios exigidos para formar parte de las bolsas de empleo dejan la antigüedad en un segundo plano (sólo valoran la de los últimos cinco años); así un trabajador que lleve encadenando contratos durante veinte años tiene las mismas posibilidades de entrar en bolsa que otro que lleve cinco. Del 100% de los méritos, la experiencia queda relegada al 30%. A esto se añade dar una puntuación desproporcionada a una serie de ridículos cursos que sólo pueden realizar los eventuales que estén trabajando en ese momento y que son impartidos exclusivamente por los sindicatos. Es decir, si quieres obtener estos suculentos puntos tienes que afiliarte a los sindicatos firmantes; una auténtica vergüenza; otra herramienta de la dirección para obtener paz social. El resultado es que hay compañeros entre 45 y 50 años que se han quedado fuera de las bolsas.

Resulta patético escuchar al secretario general de la UGT, José Manuel Sayagués, argumentar que la media del empleado de Correos es de 45 años y que los puestos ligados a la creciente distribución de paquetes “implican una parte mucho más física”. Y esto lo dice un responsable sindical que se supone que tiene que velar por la seguridad y la salud de los trabajadores. ¿Para qué la tecnología y la maquinaria mientras haya carne joven?

Como broche final para toda esta selección-farsa de personal, se exige un reconocimiento médico a compañeros que ya han demostrado con creces su valía.

¿Para qué necesitamos exámenes para renovar la plantilla si desde el 2004 los trabajadores de Correos ya no somos funcionarios? Los compañeros eventuales deben pasar ¡ya! a fijos desde las bolsas de empleo por orden de antigüedad.

Devaluación de la calidad del servicio

Inevitablemente, el empeoramiento de las condiciones laborales y el drástico adelgazamiento de la plantilla repercuten directamente en la calidad del servicio postal al ciudadano. Según la Ley Postal del año 2000 Correos está obligado como prestador del Servicio Postal Universal, a llegar a todos los hogares cinco días a la semana, obligación que es incumplida continuamente. Ahora la prioridad está puesta en el sector de la paquetería y el comercio electrónico, para ello, la empresa estatal en un claro ejercicio de externalización de servicios, ya ha creado su propia filial privada, Correos Express, con una plantilla 100% subcontratada y con unas condiciones laborales totalmente distintas a las de la plantilla principal, consiguiendo así mayores beneficios a costa de estos trabajadores y empeorando aún más el servicio.

El desmantelamiento de Correos está siendo especialmente intenso en las zonas rurales. En los últimos años se han cerrado cientos de “oficinas auxiliares” (las que predominan en los pueblos con horarios más reducidos que en las ciudades). Los habitantes de estas zonas se ven obligados a realizar grandes desplazamientos para hacer uso del servicio postal y si a esto le añadimos la falta de transporte público en esas zonas, la consecuencia inmediata es que a la población más envejecida se la está excluyendo directamente del servicio público de correos.

Es necesario un plan de lucha real y contundente

La movilización es absolutamente necesaria. Los trabajadores de Correos somos plenamente conscientes de que para recuperar los derechos perdidos y para evitar la privatización de la empresa, tenemos que luchar con decisión y contundencia. En ese sentido, los tres días aislados de huelga que nos plantean los sindicatos mayoritarios resultan absolutamente insuficientes. La dirección de la empresa y el Gobierno tienen recursos suficientes para poder amortiguar los efectos que estos paros pueden provocar. Tras estos tres días de huelga espaciados en el tiempo, nos obligarán a sacar el trabajo en los días posteriores. El plan de movilizaciones en el que nos debemos de inspirar es el que han planteado los compañeros de Amazon para la campaña de Navidad, que por cierto va a afectar más a Correos que el calendario de huelgas planteado por los sindicatos de correos: Black Friday (23 y 24 nov.), puente de la Constitución (7,8 y 9 dic.), del 15 al 30 de diciembre y el 3 de enero. Este es el tipo de huelga que necesitamos para revertir los ataques que estamos sufriendo y para salvar la empresa pública.

¡¡¡POR UN SERVICIO POSTAL PUBLICO, DIGNO Y DE CALIDAD!!!

¡¡¡CORREOS SE SALVA LUCHANDO!!!

¡¡¡SOLIDARIDAD CON LOS COMPAÑEROS DE AMAZON!!!


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